No estaba escrita

Campoamor

Estimado amigo, F...

No, no estaba escrita en tus genes. La lista de aptitudes que proporcionan credibilidad a un hombre fiable, cuyas instrucciones de manejo aparecen en su libro genético desde el nacimiento y permanecen inamovibles hasta el final; en tu caso, la lista y el libro todavía parecen estar en blanco.

¿Te sientes en verdad satisfecho de cómo estás actuando con respecto a esta relación/amistad..., o lo que sea, porque, francamente, no sé qué adjetivo colocarle?

Me dijíste meses atrás que te diera unos días..., no recuerdo qué excusa pusiste..., ¿para aclararte las ideas -cosa que necesitas urgentemente-, o trataste de enviarme un mensaje subliminál a todas luces chapucero? Túbe la sensación de que era como si creyeras que yo te estaba presionándo solapadamente, exigiéndote algún tipo de compromiso.

Compañero, sabes que no hay nada más lejos de la realidad. Lo único que te he pedido en todo momento es que seas sincero. Si no recuerdo mal, fuiste tú quien mencionó así como de pasada, la posibilidad de quedar alguna vez y pasar unos días juntos, ¿no es así? Bueno, pero eso ya da igual.

Yo nunca te he apremiado a tomar decisión alguna con respecto a nosotros por una razón muy sencilla: me estoy pensando muy mucho si debo entregar mi confianza a alguien que dramatiza maximizándo todo cuanto de malo le sucede. Así que, contrariamente a eso que pareces temer tanto; lo que he pretendido transmitirte es que te dejes llevar, que goces del momento y que, lo que tenga que ser en adelante, ya se verá.

Ignoro el motivo que me lleva a utilizar todavía el 'nosotros' a estas alturas. Quizá hasta ahora he creído ingenuamente esperanzada en ese binomio, pero en vista de lo acontecido, es evidente que era la única.

Llegados a este punto, sí quiero que sepas lo que no debes esperar de mí. No esperes que, cada equis tiempo tras superar tus pequeños o grandes altibajos anímicos y creas que ya vuelves a estar en 'forma', y, lo suficientemente entero y seguro y deseoso como para tener sexo conmigo; reciba yo tus requiebros con los brazos abiertos y me muestre receptiva como si fuera una mujer sin escrúpulos, ¿de acuerdo?

No soy persona de aguantar los desplántes reiterados, y mucho menos, los ningunéos por los que tú sientes predilección. Tu actitud es del todo intolerable e injustificada. Y, no te equivoques, tampoco forma parte de mi carácter hacerme la liberal como si nada me importase emocionálmente. Por supuesto que sí, claro que me afectan ciertos procedéres irresponsables e inexplicablemente incoherentes. La deslealtad me abate cuando me concierne tan íntimamente porque soy impulsiva y visceral y apasionada ; porque cuando me entrego a alguien es al cien por cien. Además, aunque no lo valores porque hay veces que no ves más allá de ti mismo; sabes que contigo he hecho alguna que otra escepción en ese sentido. Te he concedido el beneficio de la duda en numerosas ocasiones haciendo acopio extra de comprensión. Pero ya basta, mi capacidad para la tolerancia tiene un límite.

Y es que en ciertos aspectos de tu manera de ser, eres poco menos que un témpano de hielo; una afilada estalactita que pende por encima de mi cabeza y que, sin saber jamás a qué carta jugar, me desasosiega manteniéndome en alerta constante. Es como si un terror enfermizo a no se sabe qué, te impidiera abrirte a los demás libremente, sin complejos. Contradictorio e inseguro hasta la saciedad, das la callada por respuesta en el mismo instante en el que te crees ante un peligro inminente. Y, óyeme bien, en lo que a mí concierne, te puedo asegurar que es un peligro imaginario, amigo mío. En ocasiones, simplemente porque te asaltan las sempiternas dudas que no te dejan avanzar hacia ningún sitio, te encierras en ti mismo negándole al mismo tiempo la entrada a la inequívoca y reveladora luz del sol. O lo que es infinitamente más triste: a la vida.

Así que, me doy por derrotada. Si piensas que soportaré indefinida y estóicamente tus idas y venidas existenciales, te digo desde ya que estás en un error.  Tengo sangre hirviente en las venas, amigo, y, afortunadamente, poseo también un sentido de la dignidad convenientemente arraigado. Otra cosa es, que haya conseguido liberárme de ciertos tabúes o preceptos desfasádos impuestos a la fuerza por la sociedad: los miedos infundados y ridículos que amordazan. Son temores que paralizan la voluntad y que, de forma soterrada, construyen cimientos de barro bajos los pies de los pusilánimes.

Habída cuenta de que soy libre y no le debo explicaciones a nadie, el hecho de haberme sacudido de encima un lastre semejante es de lo más natural. Y si me apuras, prescindo de la falsa modestia y afirmo que es un triunfo considerable para anotárlo ípso fácto en mi haber.

Yo, que tengo más que asumido mi talante harto complicado; que tiendo a cuestionárlo todo concienzudamente, me declaro prácticamente un libro abierto comparada contigo.

Ya soy incapaz de entender -mucho menos de justificar- por más tiempo tu actitud, F... Hasta tal punto es así, que la única explicación que encuentro es la total y absoluta falta de arrestos por tu parte para enfrentar cualquier situación mínimamente arriesgada. Discúlpame si te duele lo que digo, pero, ¿qué pensarías tú en mi lugar? Te diré lo que pienso y además me pregunto yo: creo que realizas un juego muy peligroso que en el futuro te reportará una gran frutración. La pregunta es: ¿a qué estás jugando, compañero, es divertido? Enséñame a jugar a mí también, así nos reiremos los dos. Corrígeme si me equivoco, estimado amigo: vamos a ver; es un divertimento antiguo como el mundo, en el que un hombre de escasos escrúpulos representa el rol de frágil ante una mujer. ¿Voy bien?, sigamos: ese hombre -mientras deja pasar los días indolentemente- piensa para sus adéntros: "Dispongo de una tía que cuando me aburro y/o me acomete el deseo de sexo, me da lo que quiero sin cuestionárme".

Ahora mismo, me resulta de lo más hilarante el hecho de que te ofendas cuando generalizo hablando de los hombres. De veras, tamaña incoherencia sería graciosisíma si no fuera porque, francamente, me hubiera gustado equivocárme contigo. Sin embargo, créeme, no me río en absoluto. Me causa pena y decepción darme de bruces una y otra vez con los mismo despreciables tópicos tratándose del género masculino.

Por mi experiencia, he concluído que cada uno debe gestionar sus propios tráumas. Y, sólo hay dos opciones: continuar lamentánse y victimizándose toda la vida, o bien, plantárle cara a los zarpázos del destino. Yo, he elegido esta última.

Me pregunto si es tarea imposible encontrar un compañero medianamente compatible conmigo. Necesito un hombre corriente, ni mucho menos ando buscando la perfección; más que nada porque los errores junto a las debilidades, son inherentes e inamovibles en el ser humano. Pero, sí quiero que sea sensato y maduro y seguro de sí mismo..., y sí, sensible también y tierno y gentíl..., y que, si así lo desea y lo necesita, no le importe desmoronarse y llorar conmigo.

A día de hoy, todavía no he dado con la confirmación de ese prototipo de hombre que sé que existe, pero que no consigo encontrar. Y sin embargo..., me niego rotunda, incansable, tozúdamente a creer que todos los hombres son como tú: débiles, indecisos, derrotistas, e insufriblemente negativos.

Como cortesía hacia ti, por los pocos pero intensos momentos compartidos, te diré la razón principal por la que me niego a claudicar: tengo muy cerca a un hombre de verdad: mi hijo. Es un hijo maravilloso, un caballero en el más amplio sentido de la palabra. Él sí es todo lo que admiro en un hombre; a saber, un excelente compañero para su esposa y mejor padre.

De modo que, a fúer de sincera, te digo que tú no eres el hombre que yo necesito. Y, en vista del escaso empeño que has puesto en esta 'empresa', tampoco yo debo de ser tu mujer ideal. El hecho de haber llegado a ésta última conclusión ha sido el detonante, el empujón definitivo para tomar la decisión de cortar aquí y ahora, lo que sea esto que tenemos tú y yo.

Ayer noche comencé a escribir este correo..., esta mañana, tras tus "Buenos días" -seco como siempre y carente de un atisbo de cariño, ni siquiera pronuncias mi nombre-, he tirado definitivamente la toalla, lo he terminado y enviado.

Eso es todo, amigo F... Bueno, no, también quiero transmitirte mis mejores deseos para ti y los tuyos, de todo corazón. Me consta que eres una buena persona, desorientada, sí, pero buena. Ojalá que encuentres lo que sea que andas buscando. Aunque..., primero tendrás que averiguar lo que es, claro.

                                                                                                                                                                                            Un último y sincero abrazo

                                                                                                                                                                                                                C.C.Lizarán, M.D.A.C.

 

 

  • Autor: C. C. Lizarán (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 22 de enero de 2017 a las 13:42
  • Comentario del autor sobre el poema: Podría decir que tengo el corazón partío, pero no lo haré. Hay circunstancias anteriores tan inmensamente dolorosas en mi vida, que, digamos que atenúan o difuminan a la mínima expresión este nuevo fracaso...
  • Categoría: Carta
  • Lecturas: 55
  • Usuarios favoritos de este poema: pani
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Comentarios +

Comentarios1

  • pani

    AQUELLO QUE SE PENSÓ MUCHAS VECES Y NO SE DIJO... CUANDO BROTA MAS QUE TORMENTA ES HURACÁN...

    • Campoamor

      Cierto, no es nada recomendable acumular negatividades.
      Gracias, poeta!!!



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