Eslabón 9: Sobre un soso y aburguesado terrorista urbano...

monique ele



Compañero de oficina, soso, aburrido, callado, antropomórfico. Te estoy observando. Me pregunto si serías un buen asesino en serie. Intuyo que algo escondés, tal vez una brutal inclinación a matar. Pero no estoy segura. Tus modos son siempre tan correctos, tan insípidos... Las camisas siempre bien cerradas. Todos los botones. Mangas largas. Cinto. Jeans bien azules. Tirando a conservador aunque de ese estilo reservado en sus inconformismos y de grito a media voz en sus verdades. Tu cabello es, tal vez, lo más rebelde. Pelilargo, desenfadado el corte, pero bastante peinado. Tan circunspecto siempre que resulta difícil adivinar tu vida, tu contexto. Aparenta que todo te da igual. No obstante, alguna motivación debés guardar. No es posible vivir sin motivaciones. Algo no me cierra. Te falta ese brillo en la mirada. Más que brillo, ese tono vidrioso de los que pueden perder la razón sin razón alguna. Ese aire de vez en cuando un tanto "ido". Eso te falta. No... no podés ser un asesino en serie. Te falta carácter. Más bien pudieras ser un revolucionario...  un aburguesado terrorista urbano... nostalgioso anarquista o comunista... como en las películas. Yihadista no, porque a ellos Alá les sacó el freno hace mucho... Vos... con tus camisas a cuadros y el pelo como dejándose crecer pero con cuidado. El aire de chico pulcro pero rebelde. En el fondo sos casi lo mismo. Y te repito, que la falta de personalidad es tu problema. Como todo chico idealista necesitás justificarte. En realidad sos tan malo como cualquiera pero tu  conciencia precisa auto-justificarse. Inventarse una fábula en donde sos el héroe aunque mates gente. Los idealistas también matan; solo necesitan un motivo apropiado. Con la revolución armada, el fin justifica a los medios. El "no matarás" fallece cuando se trata de matar para imponer un sistema del cual decimos que es "más justo". En definitivas, matar es razonable para imponer las propias creencias.  La revolución del amor de los 60 quedó atrás, así que te imagino colocando una bomba una noche en una disco, imagino la lucha de los independentistas... Irlanda-Inglaterra, País Vazco-España... Luego te veo corriendo entre las sombras. Sos tan malo como cualquiera solo que vos necesitás justificar tus acciones. Tu conciencia: ese estúpido nido de valores morales en des-uso. Necesitás justificar tu desobediencia. En realidad te gusta lo que hiciste. Lo disfrutás. Ver volar a la disco por los aires. Los gritos, la desesperación, el terror. Más bien tu medio justifica a tu fin. Tu fin es una falacia... un ejercicio de dialéctica... una cáscara de banana a la lógica simbólica. El fin es solo un pretexto: el que te permite ser tan asesino como cualquiera. Me parece que al final sos bastante deshonesto. Lo peor de todo es que te mentís a vos mismo. Engañás a todos pero no a mí. Y a mí no me gustan los mentirosos... y es por eso -nada más que por eso- que tengo que matarte. 

 

  • Autor: Mónica Laneri (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 1 de febrero de 2017 a las 16:26
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 11
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