Como Ícaro hacia el Sol, vos y yo nos alejamos de algo
(¿)Qué fuimos(?)
Para encontrar quiénes somos, desoímos la sensatez
¿Y quién te libra de la plenitud
Que es ser náufrago de los maremotos de otro Alguien?
Esa sensación de hierro núbil sobre la piel ardiendo
Me hace delirar, abrazando mis lógicas rodillas,
Peinando prolijamente las plumas que me regalas.
Plexos solares del despertar uránico.
Y vos atosigándome la atmósfera de densas Venus...
Yo, que te miro enternecido y las sopeso,
Mientras sorbo despacito las yerbas de mis andro(no)/vicios
Y sonrío al desgajo de nuestras torres por esos rayos
Que se ganen la dulzura de (externamente) hincarnos en el suelo.
(Me importa bledos quién te arranque la camisa
Si al vocearte logro hacerte madurar brillo en los ojos)
Cuentan los muertos que uno siempre dice más de lo que dice -
Aunque no diga, aunque desdiga.-
Y vos confundís al niño apese(m)brado con el pasaje más probable
Para ir a visitarte, (cuando estés cansinamente soñando).
Yo me pierdo en tus reclamos, divertido,
Como un gitano que falla al predecir en las barajas,
Tus misivas ¡tan espadas blandas! y prados bastos de violetas de Parra;
Cálices bacanales con pan ácimo y destellos de (Ourob)oros a quemarropa.
Atónito, asumo las verbenas y tus clarividencias,
Una cuestión de cascabeles en el cuello de una víbora
(O, quizás, la esperangustia que ambos fumamos en los corredores)
¿Qué es ser un im-paz-siente? ¿Quién es un des-pedido?
Las manos, por el piano van haciendo sus escalas.
No sugieren permiso, no auscultan sus perdones, responden
Sólo a la fuerza de sus vísceros altibajos.
¿Jitanjáforas, sonetos? ¡Vienbenidos los herrados!
(Y un centauro nos relincha de contento).
Encallar en la oficina o dormir la echada mona,
Las materialidades que nos cuecen seguramente sean
Disonantes. También las fraguas, las preces, los amantes
Y sin embargo, podemos compartirnos luego.
Hay estilos-estiletes que sólo sirven para untar manteca,
O para limpiar la bendita entrada al averno entre los molares.
(Las palabras, perpetuas residuales, son el burdo posible mecanismo
Cuando la guerra se rehúsa a ser Obra Magna de los cuerpos).
Mientras cae el granizo del entendimiento
(Y vos te revolvés, dormido, con un calor que no es tuyo),
Atino a repasar las pinceladas de cera.
La incertidumbre es esa madre ctónica que nos pare
Para devorarnos, a nosotros, tan a dieta de esperanzas.
Vi crecer tu múerdago en plena noche, ultra-tempestivo,
Mas la ouija de quien alguno de mis nombres sabe
Me convocó, incapaz de enrollar sus pesadillas.
Errante, destejí en la calle mortajas de las constelación de Acuario.
Pensándote, como un fresco vendaval de imposibles.
Que se caigan los telones si es tardía
Mi llegada de extranjero hasta tus costas,
Restallarán las procesiones subcutáneas
Cosquilleándonos cuando nos fal(l/t)en las murallas.
Pero si, de golpe, tomas el otro remo
De esto se trata, mon ami, las redes siderales;
Hilos de plata, laberintos, Alguien-Ariadna
Que sepa estar aquí, aún
Atado a Nada.
¿Este es el fuego que esperabas (¿temías?) antaño?
¡Te lo doy, yo que exporto paté para los buitres!
Ay, maldito, poeta en camposanto, tus despojos exquisitos
Los engullo en duermevela, velando por vos ámáteámárgo.
Mañana serás, otra vez, eremita reclamado en campanarios
Y yo estaré, si me sancionan tus ojos-laureles,
Como invitándote al tango sentido y canalla,
A seguir sobrevolando la faz del Egeo.
- Autor: Necrofagotimes (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 2 de febrero de 2017 a las 05:36
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 65
- Usuarios favoritos de este poema: Texi, Diego Nicolás García Contreras, Santiago Miranda
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