1- EXHIBICIÓN DEL TROFEO
Un guante aprieta el gatillo
a la cabeza del alce que vuela
entre el metal y la esquirla,
en el pasto que era su huella
se abre la arpillera y
con la boca abierta del saco
entran bacterias esterilizadas
junto a vidrios rotos de la ventana nocturna
donde el forestal de frutos quedó vacuo.
El cobarde cañonazo en distancia
no es disparo de hambruna.
Grito de júbilo en la intemperie
proclama la fauce egocéntrica,
con dientes que brillan en la espesura
del bosque que expulsa hedor
a moscas pútridas en su huida.
Pero el lobo de la bala
es buen anfitrión
de todo lo que cabe en su vitrina
de paredes condecoradas,
de cabezas bien conservadas
con ciencia taxidermista.
Luce medallones o hace negociones
después de huir con temor
fugitivo de árboles altos
amparado con la historia
que narrará sobre el cómodo asfalto,
en una cómoda sala de ilustres invitados
cuando taña el martillo de subasta
esos cuernos bien tasados.
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2- EL NAZARENO
El pan de los vinos nutrientes derramó por la copa,
y no quedó ojo humano sin llorar por tu sangre.
Las espinas de tu corona para mí son rosas.
Bellas rosas. Rosas sin espinas.
La cruz del dolor de los dolores, fue un cantar elevado al cielo.
Grito de unión para los oídos del mundo cosmopolita.
En el universo babélico aun tu Voz repica y se empapa
como pintura retratada en matiz para el ojo que llora
y la mano que obra.
No hubo brumas ni neblinas a la pureza de tu linaje,
en el vástago del cielo aún germina tu prosa.
¡ No hay dolor humano que no padezca tu dolor
ni sentimiento que se acerque a tu amor ¡
Es vano ahondar los pasillos internos del ser buscando heridas
ya que no hay arma tan letal como la del amor que aplicaste.
Cuando la sangre se te derramó en el desierto del calvario
como oasis de brebaje a los necesitados.
La tierra guardó en su matriz toneles de follaje,
elixir de tu palabra,
fundamento para tus futuros hijos pródigos.
Riqueza de tu legado de fe,
testamento eterno de tus actos osados.
¡OH. Cristo. Nazareno¡
No sé sí el celeste esencia de las rosas
fue tu sangre púrpura,
que baño los pastos y mares, soles, ríos y piedras.
¡Que importa el color de tu piel ni el matiz del pelo ¡
No sé si hablaste en hebreo o latín, Idish o dialecto
¡Que importa que lengua hablaras ¡
El moho aún se hace hierba en tu jardín,
a la palabra de Tu Canto Vivo Universal.
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- Autor: RICARDO ALVAREZ ( Offline)
- Publicado: 4 de febrero de 2017 a las 09:36
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 14
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