Maldición
─ ¿Adormecen letras mudas los pesares arraigados en la histeria?
─ y en la bruma,
y en los días cuando no brilla
en aludes montañosos, el sol de la comuna.
─ ¿aparece? ─ ¡aparece! Entre el viento
y la brizna que susurra, no un alma,
no un cuerpo, no un silencio siniestro.
de la sombra… de la ausencia… nace un verso.
─ Vive. ─ que viva, o que muera en la nada
de cuya entraña taciturna proviene
y a donde, con premura, la casita de palabras
con poeta y todo, al fin: converge;
─ pero… ¿si es alegre el escribiente
y en el orden de sus letras no hay sino escarchas,
no cree usted acaso, que el frío de la muerte
se funda en la magia de las rimas a sus anchas?
─ ¡imposible! Una vez el sentimiento aflora
en un verso de arte mayor, o menor, o tan libre como quiera,
la condena del que expresa, del que dice, se asienta y prolifera.
- Autor: B Quinchanegua ( Offline)
- Publicado: 16 de febrero de 2017 a las 23:17
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 140
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