Urbi Et Orbi.

Estoy siendo perseguido en este preciso instante por una jauría
de locos que desean hallar la recompensa que las autoridades
atenienses, a la manera de un Wanted westerniano, han cifrado
como precio por mi cabeza, que la exigen servida en una bandeja
de plata a semejanza de como lo hizo Salomé con la de Juan el
Bautista. 
El motivo de tan encarnizada persecución es la dispersión de un bulo.
Corre como la tinta que me dedico a instruir a los jóvenes atenienses
en el arte de la oratoria y en el conocimiento de la democracia para que 
no sean engañados por las voces emponzoñantes de la manipulación.
Quiero significar para las futuras generaciones el hálito de esperanza
que les abrió el corazón cual espiga nueva para acoger la sabiduría.
Mi palabra pretende conjugar con la resurrección del que anhela mirar
el mundo con los ojos de un niño que juega navegando en su sonrisa.
Soy el portador de la buena nueva, de la resurrección de las almas, 
soy el ajusticiador del narcisismo de los gobernantes del mundo, 
aquellos que pretenden aborregar a su grey para que les sirvan de
fuerzas de choque contra otros gobernantes y así ampliar su poder
omnímodo. 
Soy el arcano 13 de este maldito mundo, que se ha desvirtuado desde
la desaparición de Grecia del escenario civilizador. 
Solo he venido en descargo de la conciencia de mis dioses, que desean 
el pronto restablecimiento del orbe que ellos se dignaron crear, y que 
está patas arriba desde la irrupción del mayor de los Filisteos. 

Aquí, oculto a la mirada de los que me quieren dar muerte, en el último
zulo de Atenas antes de llegar a despoblado, os lanzo mensajes SOS
a la lumbre de la única esperanza que me alienta:
La Humanidad sobrevivirá a esta debacle, estoy seguro...