Alfonso Aguilar T.
No se puede hablar de ella sin conocerla
No se puede mirarla, sin verla.
No se le puede entender, sin quererla
Ella era, una huella en el camino,
Ella era, la Flor que un día conocí
Ella era, Bella, Alegre como el viento
Mueve y susurra tu destino.
Fresca, con retoños recién nacidos,
Alimentados con la savia del alma,
Que emanaba de sus pechos
Como la flor, que abre sus pétalos
Encendidos, para ser polinizada.
De tallos firmes, de una belleza sublime.
Abarcaba todo espacio de
Una primavera eterna y
Por el rocío mañanero,
Vibrante de alegría acurrucaba
A sus hijos, con su calor, les entregaba
El amor de cada día.
Hoy el Padre Eterno, Sembrador
De Justicia y amor, te ha llamado…
Tú misión terrenal ya has cumplido,
Ahora te espera el Jardín del Edén,
Así cada mañana celestial cubrirás
A los futuros retoños, la semilla del bien, como
Madre terrenal que fuiste y
Que ellos deberán aprender a sembrar
Para sus generaciones, porque así, la misión
Deberá continuar.
Dedicado a la memoria de
Florinda San Martin Albornoz
- Autor: alfonsopocho (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de febrero de 2017 a las 14:21
- Categoría: Amistad
- Lecturas: 103
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios2
Mi amiga se fue, solo el Padre Dios sabrá cuando la volvere a ver.
Una generosa y bella muestra de tu genial creación poética estimado Alfonso
Un placer leer tus bellas letras...
Un abrazo de sincera amistad...
El Hombre de la Rosa
Muchas gracias amigo, tus palabras de amistad las atesorare.
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