Así te quise:
blanda, suave, madura y
con los ojos amanecidos
como el alba.
Tu pelo flotaba sobre la
anchura del mundo.
Las gotas de la lluvia
resbalaban por tu piel
blanca y floreciente
como un trigal.
Todas mis intenciones
aparecieron como fuego
desatado en la pradera;
fuerte, duro, macizo
e incontrolable.
De haberte alcanzado,
te hubiera socavado como
el mortal relámpago y
hubiera consumido tu miel
como el guerrero hambriento,
bruto y solitario. Y no hubiera
temido al infortunio,
a los fantasmas tenebrosos y
ni siquiera a la misma muerte.
- Autor: Samuel Santana ( Offline)
- Publicado: 28 de febrero de 2017 a las 13:49
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 26
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