He salido a la calle, sigue viva
todo allí sigue igual, la misma gente,
el mismo caminar, la misma fuente
y el agua resbalando siempre activa.
siguiendo la corriente.
Y he subido a otra calle, la siguiente,
y otra más y otra más, siempre hacia arriba
y he encontrado la que era muy lasciva
y sigue tan lasciva en el presente
vagando a la deriva.
Y he arrimado mi cuerpo a las acacias
por ver si alguna de ellas me recuerda
cuando anduve a su lado dando cuerda
a una niña contándole falacias
creyendo que era lerda.
Y he mirado la acera y las farolas
y a la luna que sigue allí esperando
y al Sereno* me estoy imaginando
que haciendo con las llaves va cabriolas
y a mi me va silbando.
Yo soy de los que piensan que en la vida
si vuelves al lugar donde has vivido
historias que al amor te han conducido
su entorno te ha de dar la bienvenida
que eso es de bien nacido.
©donaciano bueno
*El Sereno era el vigilante nocturno que
transitaba por las calles de Madrid con
su manojo de llaves y su silbato siempre
diligente para abrir las puertas a los vecinos.
http://www.donacianobueno.com/
- Autor: donbuendon (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de marzo de 2017 a las 04:58
- Categoría: Fantástico
- Lecturas: 54
- Usuarios favoritos de este poema: Pepe Pnca
Comentarios2
Que lindos quintetos con un tema muy nostálgico, me gustó mucho tu poema. Te felicito amigo
Me alegro de que te haya resultado agradable su lectura.
Un abrazo
Gran composición; versada en quintetos quebrados (diría yo); desconozco si está en la antología poética o es un exponente mas de su inventiva y buen hacer.
Entrañable el fondo o contenido y al sereno, lo ha privado Vd. de su chuzo; se nota que la agresividad, no es lo suyo; aunque el sereno lo llevaba para defensa.
Mi abrazo y agradecimiento por leerlo.
Los serenos eran aquellos personajes de origen generalmente gallego-asturianos, siempre con su manojo de llaves atados al cinturón, alegres y joviales que te recibían amablemente cuando a altas horas de la noche llegabas a casa algo cargado. Entonces te abrían la puerta y saludaban deseándote felices sueños. Qué tiempos aquellos!
Un abrazo, Luis
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