La luz se posa en tus pupilas como el filo de navaja
brilla y traspasa el interior
de mis muros revividos en tu paz de aurora,
después de la batalla siempre tu luz
al final del día cuando todo se sumerge en las tinieblas
prendes la hoguera de tu ser
y emerjo del caos y la rutina,
me sumerjo en tu mar en calma,
es tu piel de luto y escarlata
tentado por la belleza ígnea de tus senos,
te poseo entre mis manos ajadas
del lodo del día y la vida parduzca a oscuras
perturbadoras curvas energen
de tus mundos y se pierden en la niebla las ideas.
Se apaga la luz en los ojos callados
por cien montañas de nácar
y me sumerjo en otro mar
al compás de tu melancólica mansedumbre
siento tu piel lejana, diluida en el fondo
inmenso del universo navegando otra galaxia
como un vaquero inóspito en traje para el cosmos.
Inquieto en tu presencia, otra vez la luz
la sábana es un mar de fluidos inevitables,
ni las sombras apagan la mortal luz del día
ni el desmedido esfuerzo del viento en la sabana
empujando el calor de la tierra que hierve
y cuece como horno mefistofélico.
Estás tu y es suficiente, te abrazo nuevamente
y te poseo extrañamente asido a la almohada,
cuando te hayas ido nuevamente al caos
y al desarme del hogar, de la elocuencia de lo ignoto
será otra batalla mas del oropel
y del oficio decadente de estos días.
- Autor: Frankoo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de marzo de 2017 a las 21:03
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 36
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