En la prisión se han de encontrar dos reos, los dos de lo más bajo, que puedas imaginar, y ambos acusados del mismo delito, pero sentencias diferentes, restregados entre lo mas profundo de aquella prisión, donde el mismo sol no quiere iluminar, pues incluso de el se ganaron el odio, las alimañas les huyen, si ellas se alimentan de desechos para sobrevivir, pero uno de ellos lo hace por mera diversión, el otro lo hará si es necesario para que el progreso continúe. Incluso las bestias y la luz los margina, que tanto pudieron caer.
- He y, tu- grita uno- como es que llegaste a donde el sol se niega iluminar y las alimañas a pasar.
- por lo mismo que tú, destruir todo.
- Y lo lograste,- pregunta con deleite.
- Claro que si,- presume victorioso el segundo- alguien como yo es capaz de hacer lo necesario para conseguirlo. Pero, tu, si no me equivoco fuiste el primero en hacerlo, destruir todo.- nace la curiosidad entre sus labios
- Por algo estoy aquí, pero te equivocas- sonríe mientras la risa que le provoca el recuerdo de sus actos lo hace dar pequeñas arcadas, ligueras , pero notables.-no soy el primero. Déjame adivinar, es algo que quiero hacer pues no muchas veces hay visitas tan placenteras, desde tu llegada el frio llego a esta oscuridad, y el calor que emanas no es normal de alguien que cometió nuestros actos, dime, porque, cuál fue tu razón.- y entre palabra y palabra enunciada por esos labios resecos, y la poca presencia de dientes y los restantes emanaban un olor a putrefacción, daban la impresión de hostilidad, y no solo la daban la emanaban, y créanme que ese mirar, no es algo que quieran sobre ustedes, pues es letal.
- Tienes razón.- dice el segundo sujeto tan apasiguadamente.- hay una diferencia entre tu y yo, y es simple, el motivo que nos orilló a hacer tal crimen, si los dos asesinamos, y en nuestros rostros al momento de ejecutar la acción podía haber, aburrimiento, goce, rabia, decisión, tristeza.- al decir esta última conjugación de letras una por una alteraron a aquel hombre de aspecto podrido, incrementando la agresión de su mirada, cambiando su postura por una más amenazante.
- Te equivocas en la última, habla por ti pues en mi caso todo fue por diversión, por entretenimiento, pues mi arte de la rutina, y los ríos de color escarlata llamaron mi atención, la presencia de aquel viento que te acompaña me satisfacía, cuando emanaba de aquellos seres atormentados por mi presencia.- de repente de la vanagloria que emanaba de aquellos recuerdos, surge la nostalgia y el sentimiento de pérdida- lástima que yo hubiese perdido aquella capacidad de emitirlo, pues nada me hubiese gustado mas que acabar con migo mismo al no tener ya nada que me satisficiera mas. Pero tu,- su vista empieza a analizar cada detalle de su compañero de celda.- tu postura, tu respiración, ese mirar, tu aura que llama aquello que yo perdí por diversión hace tanto tiempo, que lo llamas al ritmo del latido de tu corazón.- aquellos ojos amarillos lo escrudiñaron todo, y ante cualquier otro ser hubiese bastado con la primera revisada para doblar las rodillas y que tocaran el suelo y por consiguiente mostrado el cuello, perro eso fueron viejos tiempos. Tu repito porque lo hiciste, que buscabas.
- Pobre bestia, te agradezco me hubieras mostrado una cosa, tu erro, lo tenías todo, pero tu equivocación fue no hacerlo de tal forma que el nuevo orden fuese tuyo, tu diversión dependía del caos, y al terminarse el caos termino tu reír, acabo aquello que te producía placer, y recaíste en la monotonía, pero no, mi objetivo no era dominar, mi objetivo y la razón por la que escogí este maldito sendero, fue crear el orden para todos, donde la única alternativa para salir de mi apocalipsis fuera con esas consecuencias, paz, progreso, si en mi rostro aparecieron tales expresiones, pero fue la personalidad que elegí tomar para conseguir la paz. Pobre bestia, condenado a no gozar de aquello que te producía placer, y es tanta tu hambre que fuiste capas de desarrollar la capacidad de sentir las muertes y desgracias, pero no son suficientes, no para ti, no te vasta con oír los lamentos, o aquellos tajos de la oz de la muerte, para solo será verdadero placer el ser salpicado con sangre. No te preocupes, pues soy tan bueno y justo que te daré la esperanza de un último espectáculo. Si al igual que tú la muerte me castiga con su ausencia y condenado estoy a la eternidad, con la única diferencia de que en el momento que yo me aferre más a la vida, más me aferre al deseo de vivir y de tener otra oportunidad, la parca acariciara con esa guadaña a mi podrida alma, para aventarla a los confines del averno. Pues bien que no se diga más, que comience tu castigo.
- Autor: lomgran (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de marzo de 2017 a las 17:10
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 84
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