Anduve por un camino
de tierra y piedras
con escasa vegetación.
Tomé un vehículo
para hacer el trayecto más rápido
cogiendo atajos,
para llegar antes.
Hice más que alguna parada
donde personas se subieron.
Este, lleno estaba,
todo estaba completo,
pero indiferente la alegría es
con la diversidad de personas estar.
Pasó el tiempo
y en breve llegué a mi sino.
Fue más por voluntad de atajos su brevedad,
que sin culpa fue involuntario.
Me torné un momento
para ver mi humilde estado,
y me di cuenta que estaba solo.
No había nadie, ya se fueron.
Llegué a mi sino
de toda una vida de brevedad.
Vi una luz
de mi hazaña entera.
Por eso me fui con ella,
pues fue la única que
nunca se fue
de mi vida en pena.
Ya consigo entender
por qué todos morimos.
Pues es la única que no nos abandona,
con la que desde el nacimiento
nos unimos.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.