La vida no dura eternamente
y ya no me queda mucho tiempo
ni para detenerme en el pasado
ni sentirme paralizada ante el miedo,
ni vivir recordando el error
y todo lo que aquello hubiese sido
si hubiera tomado otras decisiones.
La vida es, el ahora
y no lo que fue ayer ni será mañana
He perdido la verguenza y el miedo
aprendí a decir no, sin sentir culpa
y a decir si, sin abnegación ni devoción
Aprendí desde el desgaste
del morderme los labios ensangrentados
del perder el tono de la voz
y del dolor apretado e intenso
a puño cerrado en el pecho, sin poder respirar
Aprendí solo con el tiempo y en soledad
que el amor no se ruega ni se suplica
y que tiene un límite,
el límite de la dignidad del espíritu.
Mi valía no depende de la opinión del otro.
de ti, ni de mi aspecto,
ni de las riquezas temporales
El amor habita en mí
lo siento y lo doy a mi manera
y lo re creo en cada instante
El amor no traiciona
El amor no muere
y se necesita amar para vivir
ese es y ha sido siempre mi deseo
aprender a amar, amando
con todo lo que soy
En este tiempo que me reste
elijo una vez más, la libertad del ser
Ser en soledad, sin apariencias
despertando en la tibieza
de la sonrisa de cada uno de mis hijos
Lejos, de las críticas injustas
envidia, descalificaciones e indiferencias
Sin violencias ni agresiones
que nos aleje del amor
y de la memoria
Lejos de una vida de carencias,
sin sentido e ignorancia
y falta de creatividad
En este tiempo que me reste
nada de todo lo externo
tiene que ver conmigo
Vivo de lo que me apasiona,
sin exigencias ni esperas
Vivo eternamente
buscando y andando, sin prisas
nuevos andares descalzos
Mágicos donde mi ser invisible
habite tan cerca de ti
y en lo más profundo de tu corazón
ofreciendote mi eterno amor
sosteniendote más allá de las palabras
y del dolor que no se entiende
a la luz del amor
Mané Castro Videla
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