Cabalga enloquecido
sin medir el riesgo
huye
Con la locura del miedo
corta la cincha
pierde la montura
casi cae
agarrando las crines
logrando mantenerse
………………….
el caballo se encabrita
relincha
y corre espoleado.
La foresta
oscurecida por la temprana noche
semeja túneles
sin cielo
sin destino.
Pierre gira su cabeza
y ya no ve
a sus enemigos
pensando en llegar
y poder entregar
el mensaje
lacrado
definitivo
por el que casi dio la vida
en esa taberna del camino.
Amanece en la posada
Pierre y su monta
se detienen
en una nube de polvo
y resuellos.
La débil luz de la farola
apenas muestra
al hombre de capa y sombrero
que sale al encuentro
desde las más absolutas sombras.
Pierre, al límite de su cansancio
le pregunta
“¿Cuantos días tiene el sol?”
Y el hombre contesta
“Tantos como el mundo”
Entonces Pierre
entrega el mensaje
diciéndole
“Vie la france”.
Pierre, ingresa a la posada
pide comida
y que atiendan su monta
con la calidad que él mismo merece.
El tabernero
ignorante de lo vivido
mira sonriente
con su único ojo
pensando en la locura
que por esos días
pueblan los caminos
de la Provenza.
- Autor: Esteban Couceyro (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 21 de marzo de 2017 a las 09:44
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 171
- Usuarios favoritos de este poema: Alberto Escobar
Comentarios2
Sugerente. Saludos
Es un brochazo de aventura, en un ambiente propicio. La situación "del correo", en épocas de intrigas, es la misma variando los contextos de cada tiempo.
Te agradezco la atención.
Un abrazo desde el sur
Esteban
Hoy regresamos en el tiempo y disfrutamos de los correos de a caballo en épocas conflictivas (no ha cambiado mucho), el peligro de la indiada y los rebeldes gauchos. Época de aventura.
Un saludo con sabor poético, en el día de la poesía.
No sabía que hoy es el día de la poesía..., bueno feliz día para vos. En cuanto a los mensajes y sus "llevantes", hay una constante dónde solo cambia el escenario de cada tiempo.
Pero creo que por estos tiempos, ha perdido el romanticismo de otras épocas, hoy la intriga es un tanto ramplona.
Un abrazo desde el estribo..., yo aún no los perdí...
Esteban
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