Yo, siendo hombre ya fui, extendido sueño
Oculto en la latitud oriental de estratagemas
Al ocaso de silogismos y razonamientos, intuí
Siendo mariposa arder en pleno vuelo
Excavé, en el sueño, de las primitivas ciudades
En las iris (tuyas), proclamé extinto mi reino
En el reflejo, todo lo visible para uno es del otro
Que hubo por venido o vendrá atrás algunos años
La ley, animal, mi principio, fui rayo, fui zarpa
En tu piel de loto, el llamado de la tribu era
Nuestro nombre, cuidábamos el amor del fuego
Y el fulgor divino fue nuestro primer cerco
Contra la muerte
Sentíamos el ritmo de los elementos, y la esfera
Perfecta del día, vibraba en el interior de los cuerpos, y la esfera
Delatora de la noche, conjuraba nuestra multiplicación
A través de insinuantes deberes, a través de la perpetuación
Del instante, nos doblegamos a la primera sensación impresa
De lo transcendente, en ese entonces, no llamábamos
Las cosas, por su nombre, nos tuvimos que inventar
Uno al otro, uno siendo tribu, uno siendo lengua y hambre
Nos despedíamos de los hombres como de los días
Y así pasaran siglos para acumular un puñado de letras
Y nombrar a cada uno de nuestras cenizas enterradas
- En el más profundo fondo, del olvido, tierra mía-
Con una estrella en el cielo, lo recuerdo, luego lo olvidamos
Nuestro viaje era guiado entonces, por los relatos
En las estrellas, una familia, un padre, una madre, un hijo
La caza, la guerra, la ley lapidadora del castigo, el cielo
La lluvia, el prado, el bosque, el búho, el venado, el cuervo
¿Qué animal te gustaba cuando niño? Recuerda.
Hubo un tótem en la tribu, alto como un roble, sabio
Silencio de los entes, protección y silencio, hubo
Armonía antes que hombre, respeto, hacia el lazo
Hacia la sangre de múltiples colores que nos ata con el medio
Pernoctábamos bajo las estrellas, manto eterno, vida
El jardín del edén proyectaba los frutos maduros
Hacia el final del infinito, todo se acababa por no
Falta nada en el deseo, salvo que esta caza casa-miento
Algo, que aún no recuerdo hubo de golpearnos
Un recuerdo de hambre de muerte o angustia
Frente a la desaparición de mis hermanos
O la culpa de la destitución del orden originario
¿Padre, era, dios? ¿o un titán desalmado?
Bien, no lo recuerdo, pero tengo fugaces visiones
De instantes, a instantes saltamos, siendo y dejando
De ser siempre o nada los mismos, los absolutos
Son o no válidos, pero sí, absurdos.
Este canto ya estuvo dicho, recuérdalo hermano
Llevas piezas que yo no cargo, llevas cantos
Que esperan ser cantados, déjame ser
Tu pálido reflejo en el agua, déjame
Llenarte de mí y ser devuelvo, al océano
Que lleva su trémulo cuerpo hacia el espacio
de los muertos y el olvido para volver
a ser irrupción, renacer idea
del pasado
- Autor: Santiago Miranda ( Offline)
- Publicado: 28 de marzo de 2017 a las 23:59
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 38
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