Corazón ardiente

Raul Gonzaga



 

Abre esa puerta escondida,
Llena mi pecho de amor,
Hazme el inmenso favor
De llenar de luz mi vida;

No más palabra perdida,
Siempre evitar el dolor
De cualquiera sinsabor,
De la más mínima herida;

Ya no un actuar inconsciente,
Un caminar sin sentido;
Estar por siempre pendiente

De un noble fin bien cumplido;
Ser un corazón ardiente:
Fiel, leal, comprometido…

Ver métrica de este poema
  • Autor: Raúl Gonzaga (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 3 de abril de 2017 a las 00:02
  • Comentario del autor sobre el poema: Versos de amor...
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 302
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios2

  • Raul Gonzaga

    Procurar caminar con cuidado, intentado no herir las piedras del camino, como decía González Martínez, en su poema "Cuando sepas hallar una sonrisa", nos llevará a limar asperezas y a seguir sin tantos contratiempos...

  • Raul Gonzaga

    CUANDO SEPAS HALLAR UNA SONRISA. . . de Enrique González Martínez

    Cuando sepas hallar una sonrisa
    en la gota sutil que se rezuma
    de las porosas piedras, en la bruma,
    en el sol, en el ave y en la brisa;

    cuando nada a tus ojos quede inerte,
    ni informe, ni incoloro, ni lejano,
    y penetres la vida y el arcano
    del silencio, las sombras y la muerte;

    cuando tiendas la vista a los diversos
    rumbos del cosmos, y tu esfuerzo propio
    sea como potente microscopio
    que va hallando invisibles universos,

    entonces en las flamas de la hoguera
    de un amor infinito y sobrehumano,
    como el santo de Asís, dirás hermano
    al árbol, al celaje y a la fiera.

    Sentirás en la inmensa muchedumbre
    de seres y de cosas tu ser mismo;
    serás todo pavor con el abismo
    y serás todo orgullo con la cumbre.

    Sacudirá tu amor el polvo infecto
    que macula el blancor de la azucena,
    bendecirás las márgenes de arena
    y adorarás el vuelo del insecto;

    y besarás el garfio del espino
    y el sedeño ropaje de las dalias. . .
    y quitarás piadoso tus sandalias
    por no herir a las piedras del camino.



Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.