Muchas veces mi corazón enamorado,
siguió las huellas de un amor que era
una gatita, que se volvió una fiera
que me dejó, todo herido y rasguñado.
Besos. Muchos besos, muchas flores,
muchas caricias que lo insinuaban todo,
muchas promesas sembradas en lodo,
le dieron a mi alma muchos sinsabores.
Después de tantas noches de desvelo,
de besos dulces bajo la luna llena,
de suaves frases de su voz amena,
se marchó y vi que se quemaba el cielo.
Hombres fuertes vencidos por unos besos.
Hombres ágiles atrapados por unos labios.
Ojos que vuelven tontos a los más sabios.
Caricias que a los libres vuelven presos.
La noche oscura, llena de desconsuelo
volvió la fiera con la esperanza rota,
fui su pañuelo, con él, gota a gota
secó sus lágrimas y lo arrojó al suelo.
Luego se marchó, me dejó su aurora,
su resplandor de luz en mi ventana,
mi amor herido en un vaso de porcelana
y este corazón que hoy sufre a toda hora.
Su amor tedioso, cual si fuese hiedra
se enredó a mi alma triste y enamorada,
aquella que nunca haya sido enredada,
que me lance ahora la primera piedra.
Y a pesar de saber que tantas veces
te dejó con el alma en vela sin difunto,
y aún así la buscabas, te pregunto
alma ¿Por qué ahora te entristeces?
Creí que estaba locamente enamorada,
endulzó y amargó mi corazón juntamente,
ven como sí puede brotar de una fuente
agua dulce y a la vez agua salada.
He querido contarles la historia de mi amor
a ustedes amigos, desde otra perspectiva,
un amor que murió ebrio de dolor,
y que espera impaciente una boca de flor
que con un encendido beso lo reviva.
- Autor: Raúl Navarro (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de abril de 2017 a las 10:45
- Categoría: Amor
- Lecturas: 42
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