Lábaro cruel, metal envejecido.
De niño humedecías mi mirada.
¡A su cabeza espinas clavadas!
Jamás pasé por dolor parecido.
Estandarte del Ser crucificado,
imágenes del Hombre y su agonía,
por años cometí la felonía
de olvidar el sendero señalado.
¡Deja las manos libres al Maestro!
¡Desclava los pies del Cristo exánime!
Permite que su luz nos ilumine.
Concédeme la gracia, Padre nuestro.
- Autor: Heliconidas ( Offline)
- Publicado: 14 de abril de 2017 a las 02:02
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 41
- Usuarios favoritos de este poema: maria1314
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