Me encuentro en un limbo suspendido,
ansiando pronunciar ya distintas palabras
que al tiempo, a callarlas me obligo.
El miedo me limita, ata en mi boca su mordaza.
No siempre me serena esa calma que proyectas,
hay veces que gritando quiero sacarte de quicio:
"¡Muéstrate, sal de tu parapeto acomodaticio!"
Y sí, usaría como artimaña urdímbres abyéctas.
¿Soy entonces cavernaria sin noción del arbitrio?
¿Involucionáda?, quizá, pero nunca envilecida.
Seré puro nervio y sangre y piel y vísceras,
salvaje medio desnuda gobernada por su instinto.
Intúyo que tal vez la disuasória, la inútil prudencia,
es el freno que se impone contra tu voluntad.
A los sentimientos otórgales criterio y libertad;
lo que admiro, lo que deseo, es tu esencia.
Carmen C. Lizarán
-m.d.a.c.-
- Autor: C. C. Lizarán (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 14 de abril de 2017 a las 10:12
- Comentario del autor sobre el poema: No importa lo que piense nadie de mí, quiero que seas únicamente tú quien me juzgue. Calíbrame; y luego, dame o quítame. Condéname a la oscuridad o derrama sobre mí tu luz.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 109
- Usuarios favoritos de este poema: lacaratristedelaluna
Comentarios1
Precioso.
Mil gracias!
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.