Todos conocen la historia, que hombres perversos
Crucificaron a Jesús, hoy se las contaré con versos…
Una noche le buscó la sanguinaria tropa
De soldados, mientras Jesús oraba,
“Padre si es posible pasa de mí esta copa
Pero hágase mejor tu voluntad” ¡Exclamaba!
Un profundo silencio enmudeció los alrededores
A lo lejos se acercaban como fieros cazadores,
Los soldado con espadas impulsados por el mal,
Buscando a Jesús cual si fuese un criminal;
Les guiaba malvado con un aire siniestro
El traidor que al acercarse le dijo: ¡Salve Maestro!
Y después de entregarle con traicionero beso,
Injuriándole los soldados le llevaron preso.
Los discípulos asustados salieron huyendo
Mientras Satanás con un horroroso estruendo
Que salía de sus fauces, celebraba y aplaudía
Al mirar las angustias que mi Señor sufría
Por lo que los soldados le estaban haciendo.
Adentrándose la noche continuaba su calvario,
Le hicieron sufrir amargas y dolorosas penas
Y aunque le humillaron y le ataron con cadenas
Nunca menguó su amor extraordinario;
Le acusaron falsamente los llamados sabios
Pero él enmudeció, nunca abrió sus labios.
¡Oh Señor Jesús en medio de esa gente eras
Un cordero manso rodeado por las fieras!
Al siguiente día donde Pilato fue llevado
Y los hombres gritaban con furor malvado.
¿Cuál es su pecado?-Preguntó Poncio Pilato,
Y ¿Qué castigo merece este Jesús Nazareno?
¡Crucifícale!-decía la gente con gran desenfreno
¡Crucifícale!-gritaba el pueblo ingrato.
Muchos que venían de los pueblos lejanos
Se entristecieron al ver su rostro ensangrentado,
Otros con voz fuerte decían: ¡Sea crucificado!
Mientras Poncio Pilato se lavaba las manos.
Los que otrora con voz de júbilo gritaban
¡Oh Sanna! ¡Oh Sanna! Al hijo de Dios
Fueron junto a los escribas y los sacerdotes los
Que ahora cruel e injustamente le condenaban.
Pusieron sobre sus hombros la cruz más pesada
Y la multitud furiosa muy de cerca le seguía,
Cuando caminaba por la dolorosa vía
Jesús a paso lento, con la faz ensangrentada;
Llevó la cruz al Gólgota, lugar tan vil que era
Llamado en ese entonces Lugar de la calavera.
Aquella tarde negra los soldados pervertidos
A su lado echando suerte repartieron sus vestidos;
Mientras Jesús desde lo alto de la cruz agonizaba
Y sangraba de sus manos, su costado y sus pies,
Mirando al cielo fuertemente exclamaba
Con voz de trueno: Consumado es….
Hoy el tiempo ha pasado y la humanidad
Vive infectada por el odio y la maldad,
Es amante del placer, prisionera del vicio,
Pronto han olvidado tu incomparable sacrificio.
¡Oh Señor Jesús yo también te he crucificado,
Yo también clavé cruel lanza en tu costado
Porque de tu dulce amor me he olvidado!
Jesús se entregó hasta la muerte siendo inocente
Como cordero fue llevado al matadero,
No sucumbió, fuerte se aferró al madero,
Lejos de inclinarse, levantó su herida frente;
Subió débil y mal herido la inclinada cumbre,
Murió para ser del mundo la divina lumbre;
Toca a nuestras puertas, amoroso y tierno
Para salvar al mundo del fuego del infierno,
Bienaventurado todo aquel que su corazón le abra,
Bienaventurado el que escuche la voz de su palabra,
Pues vendrá desde los cielos victorioso y fuerte,
En su caballo blanco, con la espada en su mano,
Para alegría de sus santos y para darle muerte
Al pecado que azota el corazón humano.
Si aún hay esperanza para tanta gente
Y en nuestros corazones brilla inmensa luz
Es porque Jesús caminó robusto y valiente
Bajo la sombra de la cruz.
- Autor: Raúl Navarro (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 21 de abril de 2017 a las 11:52
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 70
Comentarios1
¡Excelente prosa!
Me ha llegado profundamente.
Saludos
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.