El rocío del amanecer,
el ave en el rosal.
Mi hija me miraba,
Y yo, le sonría.
“Me duelen las horas,
temo dormir…,
y no despertar.
pero quiero estar dormida,
tengo miedo papá”.
“Señores, disculpen…,
que les robe un minuto
de su tiempo,
mi hija está enferma
y me he visto en la necesidad…”
Los pasajeros no me creen,
parezco un farsante más,
de esos que lloran
sin dolor.
Ellos no pueden ver
que muero de pena,
que hacen tres años
que no duermo.
Las limosnas del cielo,
el orgullo muerto,
los zapatos sucios,
la mano del vecino.
¡Dios, ahí estaba Ella!,
¡fuera de la cama,
en su silla de rueda!
Salió del cuarto,
la llevé al patio,
Ella miraba al cielo,
y el sol la saludaba.
La tarde era hermosa,
Ella apretó mi mano,
y la luna…,
iluminó su cara.
- Autor: Gerardo Barbera (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 21 de abril de 2017 a las 14:44
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 98
- Usuarios favoritos de este poema: Isis M, Gerardo Barbera
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