Extrañar, añorar,
que aparezcas por ti misma,
sin que te haya llamado,
que no me digas nada,
y aun me duermas en una terminada adolescencia.
es lo que todavía me haces,
con signos de admiración,
y recuerdos telúricos.
Todavía,
sostengo las emociones aladas,
y casi yéndome a enterrar logro ver,
tus infinitas gratitudes y racimos,
las goteras que elaboras en mi mente,
y un número de veces que te hallé,
sin jugar a las escondidas.
Todavía,
me tienes en tus manos,
no lo había creído,
porque el niño ya no estaba,
comprometido en mis ojos,
¡Oh porque me sentí recostado!,
pensando que no viviría sin ti,
diciéndolo con voz alta,
si se tratara de una conversación,
en la cual no te hallé.
Todavía,
eres de mi misma especie,
del mismo color,
del mismo total incalculable,
del mismo dolor urgente,
de la misma atmósfera,
de las seis de la mañana y las de siempre,
sobre todo, cuando te cuesta levantarte.
Humberto Velásquez Jiménez
23/Abril/2017
01:15 a.m.
- Autor: Humberto Velaji (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 24 de abril de 2017 a las 11:58
- Categoría: Amor
- Lecturas: 54
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