En el devastador rincón de la soledad,
un mar cubre las virtudes de la alegría,
se posan las gaviotas arrancando las sonrisas.
Situado en la vera de la humildad
dos personas hablan de arrogancia
lanzando palabras de fuego sobre las llagas,
arrancando del alma los vicios, los placeres;
la felicidad queda aniquilada;
en el suicidio que viene después de la sonrisa
con sus aristas fingidas.
El desasosiego del universo con sus colores
infinitos, en las llamaradas cósmicas,
en el anhelo de encontrar las salidas
de la eternidad del laberinto,
se posan intranquilas las vidas y muertes,
las sonrisas que terminan
en la inmensidad se disuelven e inician.
Felicidad que se desconoce
en el encuentro de las masas comunes
con sus átomos repletos de hastío
en el sopor de su subsistir,
caen en las noches lejos
del devastador mar y su soledad,
en la lejanía de la arrogancia
y sus sonrisas fingidas,
terminan con sus partículas
destrozadas hasta trozar el alma
en el infierno de la dulce realidad
que deja un nada en donde comenzar.
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