Au revoir II.- (26/04/2017).-

Vivo muy cerca del vacío.

Las cosas (y vos) lo niegan, pero las cosas (y vos) no saben
Que me caigo con el estrépito ineludible de la gravedad
Cuando te replegás
      Y volvés a tu baraja,
Cuando me duermo sin vos
      Y ni las pesadillas bailan conmigo,
Cuando el circo de la ciudad me recuerda que todo tiene un punto de quiebre
      (Y yo soy el mejor sabueso para encontrarlo),
Cuando hablo con mi madre 
      Y heredo de a ratos su grácil terror ante la muerte,
Cuando no hablo con mi padre
      Y calco -aún en mi rabia- su amar desmedidamente, desvalidamente,
Cuando no existe distracción o tarea impostergable que me fusile
      Y detenga la madeja en mi cabeza,
Cuando reparo en el eterno absurdo de toda tarea o distracción impostergable
      Y, aún así, me obligo a pensar futuro y trazar planes,
Cuando recuerdo los posibles momentos del feliz ayer
      Y leo viejas cartas y casi saludo gente,
Cuando dudo de la mismísima felicidad, de los momentos, 
      Y desecho un puñado de "papeles inservibles",
Cuando me doy cuenta que no puedo asirme al tren cotidiano de esta liquidez
      Y me quedo mirando pasar las calles, sin moverme.
Cuando fracaso en el intento permanente de que exista un mundo afuera
      Y ese que soy cuando niño llora abrazándose las rodillas,
Cuando me enloquece una sensación de aquellas que no quepo en explicarte
      Y te hacen fingir interés y entendimiento,
Cuando te miro
      Y no hay de vos más que un receloso caparazón,
Cuando reviso compulso por si olvidaste alguna palabra que me salve un poco 
      Y que me susurre desde el fondo de tus ojos temblorosos,
      Siempre en tu lado del abismo.

Tanto vacío que me embosca y me deja tendido,
También como una trampa,
O como una estrella que tropezó en sus aspiraciones de ascenso,
O como un cuerpo de veintintantos sin mayores aspiraciones,
O como un suplemento de órganos para bestias carroñeras. 

Entonces,
Necesito abrazarte, aferrarme a tu espalda,
Eyacular hasta la última gota de este frío,
Entrelazarnos los dedos, tendernos mansos bajo la sábana
      Y clarear en vos este vacío
      Hasta el punto incoherente de extrañarlo.