En el oriente medio vive este viejo señor solo. Con su tienda de barros. Habían vasijas, jarrones y demás estructura confeccionada por las manos y el barro. Don Chin, se dispone a cerrar su tienda en una tarde de agosto. Cuando de repente entra un joven muy guapo, por cierto. Y le pregunta, -“¿Cómo puedo hallar una vasija y dos jarrones de barro pintado en colores chinos?”-. Y Don Chin, dice: -“Aquí, ven mañana”-. Y como se acordó el joven regresó al día siguiente y se interesó por unos jarrones en barro. Los compró y dejó muy buena propina. Y Don Chin, puso en práctica una nueva modalidad en incrementar y en hacer vasijas y jarrones de barro. Esta fue tan real como la espuma del mar crece. Y le fue mejor en su economía, pero, un día por sorpresas de la vida se cayeron las vasijas nuevas que había confeccionado. Yá rotas en el suelo, sin perder un pedazo, levantó pedazo a pedazo y por completa la vasija. Y se dijo para sí, -“sí hice del barro esta vasija, podré construir nueva cosa de estos pedazos”-. Y sí, lo logró, y fue vendiendo más y más. Y su economía aumentó más y fue muy rico Don Chin. Solo aún. Cuando enfermó no supo qué hacer con tanto dinero. Lo que hizo fue que lo donó todo a las escuelas pobres de esa región oriental para la enseñanza del barro, en calidad y cantidad. Como a él le agradaba en su máxima exposición. Ese joven que un día entró a su tienda una mañana, edificó una tienda parecida e igual a la de Don Chin. Entonces, el joven se dijo para sí: -“del barro hacemos algo”-. Y son vasijas, jarrones, tazas y muchas cosas más. Entonces, fue algo misterioso lo que aconteció a ese joven aquella noche cuando se disponía a hacer una vasija china de barro. Se le aparece un camino dentro de una vasija, era como una incógnita. Él, prosigue con la vasija, pero, sale el camino hacia fuera de la vasija. Y él, lo sigue, lo camina y lo pernocta. Cuando se da de cuenta eso trata de controlar sus manos. Se sienta y confecciona un barro. Y una voz le dice: -“confecciona con barros una casita”-.Y él sentado frente al barro. Queda complacido por ser llevado por aquello que él creía bueno y sí, era bueno. Y se dice que el joven vendió más que Don Chin en una semana. Y sí, y fue muy rico también. El camino lo llevó por el sendero correcto cuando de repente, se fue el camino. Y entonces, empobreció el muchacho porque tan sólo no quiso ser parte de aquello que era toda una mentira. Un camino, bah. Y decidió hacer los barros de antes, pero para el comercio y la nueva moda no fue suficiente. Y fue muy pobre, pero la vida le dió una lección. Que del barro hacemos algo…
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de abril de 2017 a las 00:05
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 19
- Usuarios favoritos de este poema: Milo T, Hugo Emilio Ocanto
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