Mi papi se la encontró
en una selva preciosa,
la vio linda, muy bonita,
delicada mascotita.
A mí me la regaló,
me la dio en una cajita,
estaba tan pequeñita
que ternura me causó.
Yo, le puse Toronjita
por gordita, jugosita,
me parece una cosita
de las que manda Diosito.
Sus ojitos son saltones,
tiene las patitas largas,
luce diversas manchitas
que son oscuras, negritas.
Mueve, mueve, su garganta,
pues se la pasa comiendo,
solo estira esa lengüita
alcanzando el alimento.
La Ranita Toronjita
come, come, sin parar,
come grillos, cochinillas
y no deja de engordar.
Le voy a echar su guayaba
pa’ que se le hagan mosquitos,
pobrecitos, tan chiquitos,
también los va a devorar.
Por las mañanas, le gusta
que le dé el sol un poquito,
regresando a su nidito
que entre las aguas está.
En la cuevita de lodo
permanece muy tranquila,
ahí está bien quietecita
saliendo solo a cazar.
¡Ay, Ranita Toronjita!,
no te quiero regordeta,
me encantas en miniatura,
quisiera verte flaquita.
Si tú sigues de glotona
no vas a caber en casa
y, pronto, vas a aprender
que la vida . . . no es comer.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 02 de octubre del 2006
Dedicado a mi Chalita, ¡te amo a ti!
Reg. SEP Indautor No. 03-2007-082112003600-14
- Autor: Gonzalo Ramos Aranda ( Offline)
- Publicado: 30 de abril de 2017 a las 16:42
- Categoría: Infantil
- Lecturas: 16
- Usuarios favoritos de este poema: kavanarudén
Comentarios1
Delicado, suave, hermoso.
El amor, esa fuente inagotable de inspiración.
Un placer leerte
Que amable. Sí, el amor mueve todo y mucho más a la inspiración. La Ranita Toronjita sí existió. Fue mascota de una de mis hijas durante más de 4 años. Saludos.
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