Solo en la más oscura noche era capaz de ver lo que perdía.
Dejé de soñar para comenzar de nuevo, tan claro y efímero, lo abandoné y me precipite a buscar una realidad que quizás no existía, que me engaña y jugaba conmigo como aquella mentira piadosa que todos hemos contado.
Quería que me envolviese entre sus brazos, poder susurrarle al oído que me quedaría, y sin querer, dejar caer en sus labios un beso tan cálido y frío que sin pensarlo se convirtiese en mi nueva realidad, aquella que tanto anhelaba y tan lejana parecía.
Comenzaba a sentirlo tan verdadero, ¿mi realidad? De eso se trataba, de lo que todos queríamos y nadie tenía, excepto yo. Me pertenecía, era lo que extrañaba cada mañana y lo que quería cada noche, tan pura y verdadera, me hechizaba, hacía que mi mente se nublara dejando caer en mí una inseguridad que no conocía.
La temía y a la vez la amaba, era una realidad cohibida, una realidad que algunos odiarían y otros no se molestarían en entender, era esa bella realidad la que no dejaba disfrutar a los sueños, la que me había atrapado y sin darse cuenta de donde quedaba su orgullo, se había convertido en mía.
- Autor: 25. ( Offline)
- Publicado: 5 de mayo de 2017 a las 07:03
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 51
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