El reloj se impone,
con sus huellas perdidas,
que afloran en silencio
en el aroma del ayer.
Una canción lejana,
una sonrisa que regresa,
la casa grande de la infancia,
el viento nocturno,
la arena en el rincón,
los recuerdos que nos miran,
desde el misterio
de los tiempos.
La Hija y sus amigas,
anoche salió…,
tomó algunas cervezas,
ya vuelve hablar de amores,
poco importa lo vivido,
para Ellla, todo es amanecer,
ha vuelto a la vida.
Yo la miro desde lejos,
quiero llorar,
me siento encerrado,
como atrapado
entre paredes.
Ya no vivo en la casa grande,
sino, en este apartamento,
“tipo estudio”
¡Por Dios!
un cuarto,
una sala,
un baño,
una cocina,
un fregadero.
Ella es feliz
porque ha vuelto a la vida.
Cuando Ella sale
con sus amigas…,
quedo solo,
sentado en una
de las dos sillas,
mis manos descansan
sobre el plástico
de la pequeña mesa,
¡Ya no hay patio!
¡Ni jardín!
Ni los viejos frutales,
ni el corral…,
solamente…,
esta mesa de plástico.
Y doy gracias a Dios
con todo mi corazón,
porque mi hija
ha vuelto a nacer,
no hay oscuridad en su alma,
Ella está ahí,
en la cama,
en el único cuarto,
ríe con sus amigas,
hablan de novios,
mi Hija…,
ha vuelto a la vida.
- Autor: Gerardo Barbera (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 5 de mayo de 2017 a las 11:57
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 68
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