Recuerdo la triste noche en que nos sentimos, llovía, el aire golpeaba tu pelo contra mi rostro enmudecido por el ir de las horas vacías. El agonizante sonido de la metralla, las rosas marchitas a merced del frío, el destrozado banco del parque donde tantos amaneceres vimos.
Tus labios lloran el último beso, mis manos se rompen en el silencio de tu piel sin vida, no puedo evitar sentir tu olor mientras llenas de amor el espacio mustio de esta tierra maldita, repleta de sangre y ceniza, de sombras, muchas sombras.
Recuerdo verte sonreír como sonrío; ya vuelven los aviones...
Pronto estaré contigo.
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