Me precipite al reflejo de mi voz, hoy me he escuchado.
Sueno tan marchito que no se si paso por mi mejor otoño
o mi peor primavera.
Asustado quise correr,
pero un café y cigarro sonaban más placenteros,
Aunque el café sepa amargo y el cigarro a cementerio.
La idea se difumino rápidamente en mis pensamientos,
abstractos como de costumbre y dolorosos por sus recuerdos.
Agotado entonces por mis pecados me tomo la
libertad de ir la iglesia,
pero el padre no esta, parece ser que la misa aun no comienza.
Aguardo por el sermón, esperare por el así anochezca.
Enciendo el siguiente cigarro del día, sabor de cementerio
en plena eucaristía.
Me preocuparía, pero me vetaron ya del cielo. En el infierno
se que no me quieren y en el limbo creo que estoy para ser honesto.
Por fin veo al padre, procede a atenderme.
Me mira a mis ojos color de insomnio,
huele mi perfume barato y aroma a humo,
observa mi cabello desarreglado y ve en mí
un alma de desdichado.
Me regala media sonrisa.
Me comenta que casi no ha dormido y que su día no fue bueno,
me pide un cigarrillo y que le regale algo de fuego.
Me siento con el padre, se quita los anteojos a pesar de estar algo ciego.
Soy su psicólogo, el me ha llamado.
Es a mi a quien pide consejos.
- Autor: Gfirma ( Offline)
- Publicado: 6 de mayo de 2017 a las 18:41
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 39
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