Yo vi luz de unos rayos, en mi almohada
calentando mis gélidas mejillas
al albor de las tantas velas frías
libaba una caricia... almibarada.
Percibí, asimismo, de una alondra
el sutil arpegio en el trinar
y... con su celestial cantar
me llegó también, su habitual ronda.
Era mi madre, desde el cielo me asistía
ofrendándome su atisbo maternal
asía mi angustia, la hacía suya.
Mas nunca luz habrá, la substituya
ni diamantes, ni perlas, ni vil metal
ni el oro todo, de las sacristías.
© Eloy Mondragón
- Autor: Eloy Mondragón (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de mayo de 2017 a las 12:00
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 134
- Usuarios favoritos de este poema: AZULNOCHE, El Silente Vagabundo, la cuerva, Aqua Marina, YA SABES QUIEN
Comentarios3
Una belleza tus palabras.
Leí tus versos y los leí de nuevo.
Precioso el sentimiento que encierran!
Un abrazo!.
Otro abrazo para ti, querida amiga. Muchas gracias.
Una madre ausente físicamente
pero presente en nuestro corazón siempre, es amor eterno en nuestro latir. un placer leerte.
saludos!
Así es, querida amiga. Muchas gracias.
Una dulzura de versos
al amor
más dulce
y cierto.
Felicidades!!!
Y abrazos.
Amor sin igual el de una madre. Abrazos, Hector, y muchas gracias.
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