Te cuento,
hace días
el corazón me duele,
me tiembla después de cada rezo.
O me duele la soledad,
el silencio de mi puerta,
las cortinas entre abiertas,
el tiempo que se quiebra.
O me duelen los suspiros que ya no encuentran un cuello,
la tarde que se quema como papel,
el whisky en vigilia sobre mi mesa de prólogos,
las bocanadas de recuerdos.
O a veces, me duele el olor de tu muñeca,
el ruido de tu boca,
la temperatura de tus piernas.
Me tiemblas los huesos
cuando estoy escribiendo sobre tus besos.
Tiembla tu universo de lunares,
tu ecosistema de risas y tácticas,
y tu sexo cotidiano,
todo sobre las repisas de mis retinas.
Es una desgracia
mi ser de memoria irrefutable,
no me sirve para halagos
o para un premio en las calles.
Me da un cansancio
que sólo se podría curar en tus brazos.
-JG
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