Al principio fue Platón.
Sembré de libros mi pupitre
-nació la poesía-
y el mar de tus cabellos
me convirtió en Neptuno.
Tus ojos, mis labios, tu mirar,
mis suspiros, tu palabra, mi entusiasmo,
tu ausencia, mi figura, tu corazón,
mi primavera.
Llegaron los de lengua ligera:
muslos prietos que al tocarlos
te endurecen la vida. Labios
sonrosados, cuerpos gráciles
de miel tras escaparates de lujo.
Amigos;
se conjugan verbos. Se rompen barajas
la afilada tijera amontona
metros de film.
Me abraso la blanca carne
y no puedo alcanzar el ascua.
Un día queda el reloj
sin arena. Se transparentan
sus cristales.
Una nube llueve besos
y enfermo de por vida.
Los dedos se multiplican,
encuentro el nexo de unión
y amo—respiro sin diferencias.
Alguien, a mis espaldas,
repuso los granos de arena
¿amor? Si ¿Y los besos?
¿Y mis ansias de fundirme
contigo?.
¡Ay mis versos becquerianos!
¿Qué hago ahora tan solo?
El monte se volvió pared
y me da vértigo, si escalo.
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Autor:
J.R. Infante (Seudónimo) ( Offline)
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Publicado:
17 de mayo de 2017 a las 06:51
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas:
21
- Usuarios favoritos de este poema: Amalia Lateano
Comentarios2
Bellos versos de excelencia en este hermoso poema
que muestra tu amor por la poesía, en cuanto a los versos
son toda una gran obra poética, que aplaudo y felicito
por su belleza…Todo un placer disfrutar de su lectura
y saludarlo.
Amalia
Un abrazo
Gracias, Amalia, por tu amabilidad. Me alegro que te gusten estos versos.- Un abrazo
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