LA DUCHA

Llega agotada a casa, no hay quien la recibe con besos y abrazos, se cree una tonta, parece que está deprimida y algo ida. Se pregunta “¿qué será de mi vida? No me siento querida, me siento sin fuerzas y la ropa del sudor me estorba, a la piel se me pega.”

Corre directo al baño, solo piensa en sentir las caricias del agua en su piel. En el camino se quita de un tirón la blusa y el brasier, los tacones lanza por doquier, casi se cae al quitarse la falda y se golpea un poco la espalda. Llega a la ducha y se quita las tangas pero no las ganas de que el agua la ame, la acaricie y la seduzca.

Total desnuda como la vida misma, ve llorar la ducha con lágrimas puras de agua tibia, que caen sin compasión sobre su cuerpo; que siente el frescor de la mañana matutina, con un poco de neblina, con el rocío que alimentan su piel de un amor excitante, un amor exfoliante.

Masajea su cabello con la yemas de sus dedos, con total armonía, que el placer empieza a deslizarse por su pelo, por su frente y, el agua empieza contundentemente a tomar el control, como el mejor amante que toda mujer en la ducha pueda tener y que siempre a su disposición en el sexo podrá disfrutar-

El agua tibia con personalidad propia se hace de labios para besarle intensamente, mientras ella, su musa, cierra los ojos, piensa en lo bella que es y en lo estimulante que es que el agua la bese, abre la boca para que el agua la penetre como lengua candente y luego siga su camino por el resto del cuerpo, a conquistarla, a que sea feliz.

Baja por el cuello como un suspiro, como una vibración y sentido de roce que le incrementa la sensación de un profundo amor, que la hace vulnerable y ya con esto ella se entrega totalmente, como si en la cama estuviera, llena de ganas, para que el agua en su tibieza haga lo que quiera, lo que se le dé la gana.

LLega a sus senos y trepa fácilmente para disfrutar los pezones de la gloria y beber gota a gota la inocencia, para que como un capullo se pongan más duros, más sensible a la estimulación y la prepara al clímax de su vida o al suceso multiorgasmico que jamas olvidará.

El agua tibia como un amante perfecto se baja rápidamente por sus senos en busca del ombligo que ha de llenar con ondulaciones, alrededor de él, o, como un remolino que hace desastres, y que la desesperan para pedirle que baje un poco más, al edén perdido y a la selva virgen.

En cámara lenta prosigue sin afanes y sigue a la eternidad y a la suave tez de unos labios que requieren de la sutileza de otra piel, que en lo profundo la podrán conocer y que es lo prohibido, lo más buscado y excitante que se pueda tener, que se pueda poseer. Agua tibia que allí se confunde con otro líquido y forman uno solo y que produce contracciones y temblores del placer único y que se repite y conducen a la gloria.

Luego el agua como malabarista decide no bajar sino girar a sus nalgas y acariciar como se acaricia la cobija al dormir o la suave tela sedosa acabada de comprar. La acaricia para que se sienta completa y amada, jamás utilizada.

Por último baja por sus hermosas piernas, no sin antes dejar el misterio que lo hará volver a ella cada vez que llega agotada de un dia duro de trabajo, del ajetreo que la estresa fuera de casa. Que vuelva es el mensaje para hacerle el amor en la ducha, para hacer que olvide lo que la entristece, para hacerla sentir nueva y renovada para enfrentar la vida nuevamente.

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Autor: Millondurango
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