NEVER LEARN

Erin walner

Entré al aula abarrotada de alumnos, y me senté en el primer lugar que encontré: enfrente del pizarrón. Saqué mi cuaderno y una lapicera y nuestras miradas se cruzaron por primera vez. Él tenía todo lo que esperaba en un hombre: era apuesto, tenía un porte elegante, vestía bien, era alto, prolijo, delgado y con una mirada intensa. A juzgar por su apariencia tan cuidada y detallada era un hombre de empresas, y no debía tener más edad que yo. 

Lo observé durante unos segundos, apreciando cada detalle de su admirable porte, y otra vez nuestras miradas se cruzaron... Sonreí asintiendo con la cabeza y puse atención en su última frase. Crucé las piernas y anoté algo en mi cuaderno... me acomodé el pelo y volví mi atención hacia él. 

Por cierto ya nos conocíamos, pero esta vez el propósito mio era otro y por eso estaba allí. Al salir de clase, me propuse inventar estrategias, si de algo estaba completamente segura es que me había enamorado pero de lo que no estaba completamente segura es si iba a ser lo suficientemente valiente para decir la verdad y para llevar a cabo mi plan de confesar por primera vez todo lo que me pasaba. Volví la clase que le siguió, media hora antes me senté en la puerta a esperar que la clase terminara, estaba mirando las noticias en mi móvil, cuando la puerta se abrió y salió él, levanté la vista de mi celular y lo saludé con la mano, él se acercó y besó mi mejilla amablemente, el corazón me dió un vuelco y empezó a latir violentamente mientras que mi cabeza se ponía en blanco cual hoja de papel y mis mejillas se ruborizaban lentamente, intercambiamos algunas palabras y se alejó, lo seguí con la mirada hasta que giró por el pasillo y lo perdí de vista. 

Esa mañana, intenté concentrarme en escucharlo, hasta que empecé a aburrirme y de vuelta lo miré a los ojos... Luego de la clase, esperé que se fueran todos y me quedé mirando el celular hasta que la sala estuvo completamente vacía, empecé a guardar mis cosas lentamente en el bolso y me acerqué para despedirme, me preguntó​ como estaba y giré sobre mis talones para quedarme hablando con él... El tiempo pareció alargarse, o al menos eso sentí, mirarlo a los ojos en la soledad del aula no me daba otra cosa más que paz, lo tenía enfrente y mi corazón latía con violencia. Nunca dejábamos de mirarnos. ¿Acaso él ya me había calado?. ¿Sabia lo que me pasaba?. ¿Lo presentía?. ¿Se daba cuenta?. ¿Acaso sentía lo mismo?. ¿Acaso estaba jugando conmigo?. ¿Acaso esa era su estrategia?. 

Pero por más que me latiera el corazón cada que vez que nos mirábamos, algo me atravesaba y lograba que me paralizara: el miedo. Nunca había sentido algo así, porque lo consideraba poco ético y moralmente imposible, sin embargo lo sentía, con miedo, pero lo sentía. No quería meterlo en problemas, ni yo queria meterme en problemas, así que nuestras charlas siempre fueron con distancia de unos centímetros, algo normal para que nadie pensara lo contrario o mal... Por él, por mi, por nosotros... Jamás el coqueteo pasó a mayores, por mi parte mis estrategias eran quedarme después de clase, practicar mucho y mostrarle ejercicios, escribirle por correo electrónico y tener dudas todas las clases. Nunca lo rocé, ni me le tiré encima, y mucho menos aparecí vestida de manera provocativa. No es una cuestión de idealización, pero no creo que le gusten esas cosas, creo que era un hombre con una inteligencia de la hostia, que sabe muy bien lo que hace y si yo no me ponía al menos un poco a su altura, posiblemente no hubiera llegado a pasar mucho tiempo con él, ni a tener largas charlas después de clase. 

Así fue cómo terminó la cursada... Y no lo ví nunca más, mi corazón y mente siguen buscándolo, fui una cobarde, aprendí que uno pierde más por miedo a perder que arriesgandose. Estoy arrepentida de haber tenido​ tantas posibilidades y tan poco coraje... De todas aquellas veces que lo miré a los ojos, nunca pude decirle que me gustaba, de todas aquellas veces que lo miré a los ojos, nunca pude decirle que él era paz para mí, de todas aquellas veces que lo miré a los ojos, nunca pude decirle todo lo que sentía, de todas aquellas veces que lo miré a los ojos, nunca pude expresarle lo mucho que me interesaba. Pero si, pude decirle que lo admiraba. Me recorre una tristeza por el cuerpo que no puedo explicar, perdí otra vez y ya no hay segunda oportunidad.

Creo que de todas las veces que he amado, esta fue la más silenciosa y mortal de todas, terminó aniquilandome, me costó olvidarlo y quizás nunca pueda borrar la huella que dejó en mi. Hace tiempo llevo buscándolo... Porque aprendí que hay tiempo para todo, menos para arrepentirse. 

 

 

 

 

  • Autor: Erin walner (Offline Offline)
  • Publicado: 20 de mayo de 2017 a las 01:43
  • Comentario del autor sobre el poema: Esta narración no pretende ser un poema formal, sino una declaración de amor a alguien que no he olvidado. Donde quiera que estés, hoy quiero que sepas que has dejado una huella en mi, y que pretendo mirarte a los ojos, como muchas veces he hecho y decirle la verdad... MI VERDAD. Quiero que sepas que quién escribe, sigue pensándote, porque los amores cobardes, no llegan a amores ni a historias, se quedan ahí... Y yo me quedé ahí, parada arriba de un charco.
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 18
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