Era un infierno pertenecer a esta parte del universo,
saber nada de lo externo y no sentir nada por lo interno,
ignorar el ramaje del amor que va uniendo el sentido del ser,
ignorando el uso de la razón para conocer el verdadero fin,
prescindir de lo humano y de lo animal para vivir en la sociedad,
para poder caminar en las frías y desoladas calles de la ciudad. .
Es en el desconsuelo constante de no pertenecer,
de vivir en esa sensación firme de este mundo maligno, cruel.
Ver a sus(mis) líderes debatirse en rabia por poseer más material,
por conquistar más territorio en donde perforar la tierra,
en donde cortar más hermanos por su madera, por su fruto;
crear destruyendo para satisfacer la ignorancia y el consumismo,
para complacer al ser vivo que maneja cada movimiento
de la humanidad obesa-lenta-torpe que se conforma,
donde puede más un número que el lamento y dolor de una mujer
donde puede más una imagen pulcra que el hambre de la niñez.
Conozco tanta maldad en esta cloaca, mis pensamientos arden al pensar,
mis amigos van y alaban a las deidades del suicido, algunos caen
otros siguen aquí extinguiendo sus últimos trozos de vitalidad, de fuerza;
viviendo en el exilio del querer cambiar, del querer amar en la soledad.
Tengo un miedo profundo al no encontrar remedio,
mis textos se pierden, se alejan del amor verdadero,
el poema expresa pena, lastima, dolor, algo eterno,
un infinito sentimiento que llora en mis albas,
que grita en mis dorados crepúsculos,
un amanecer soñado que nunca llega,
solo anochece en la pesadilla perpetua.
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