No hay nadie en la habitación,
la cama húmeda llora soledad,
el aroma a coito y drogas, ilusiona;
solo veo sabanas tiradas
junto con una media olvidada
un montón de mentiras en el aire
promesas que se van con la madrugada.
Se escucha el eco de un para siempre,
gemidos de placer fingidos,
risas sonoras envueltas en alcohol,
el “nunca te dejaré” que nunca fue,
los ojos guardados en el espejo,
ella y sus pasos coquetos se escuchan
aún en las esquinas del corazón
aún rasgan el sonido del titiritero amor.
Mi espalda guarda solemne rasguños,
en mis extremidades alguna marca
señales perdidas que recuerdan la marcha,
la partida sin un adiós repleto de dolor.
Mujer solo dejas destrozos,
el sexo cósmico se aleja,
melancolía va subiendo por el ser,
los pájaros y sus melodías son tristes,
el agua recorre mi alma y arde,
las heridas que dejas lastiman,
el aroma a coito poco a poco se retira,
mis lágrimas limpian la cama,
el llanto acalla el zumbido de tus palabras,
en versos tristes se postra el alba.
Atiborra el silencio la carencia de ti,
se desploman mis fuerzas en el pesar,
un desierto se abre infinito
mis sueños se evaporan en el calor,
se desdibuja tu imagen de las sabanas,
me ahogo en dolor ante la puesta de sol.
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