Quizá no depende de proporciones simétricas, sino de alcanzar ese hueco que se ha formado en su pecho, donde se pueden sentir las vibraciones de sus afinados latidos extendiéndose por los nervios de su tórax, tan apresurados cual galope de equinos salvajes, tan apacible como la marea baja de los mares; no existe una estatura reglamentaria, sino la única que te permite darle un beso en la mejilla, ya sea de puntitas, a saltitos o agachando la mirada. Justo con una mano tras la nuca, acariciando cerca del hipotálamo se genera una bandada de mariposas que revolotean justo bajo el estómago, creando así una sensación de caída libre sin la necesidad de moverse de entre los brazos, con la seguridad de que la caída no sería trágica.
¿Momento ideal? cuarto para ahorita o quizás a la luna y media, en la parada del bus, a mitad de calle, cuando el momento lo amerite y también cuando no, después de una buena película, quizá luego de otro abrazo, no hay punto circunstancial ni reloj que lo mida.
¿Y cuánto debe durar? Minutos en tiempo aire, horas o hasta días, un abrazo rápido o uno de esos donde te enganchas para nunca soltarte. De esos que te reconfortan el alma y apaciguan las precipitaciones.
Los abrazos así como los analgésicos fueron hechos para olvidar dolores, pero que forma mas bella de ingerir esta medicina que en dosis de a millones cada 12hrs.
- Autor: Sabor a ti. (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 25 de mayo de 2017 a las 23:10
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 31
- Usuarios favoritos de este poema: la cuerva
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