Siempre la miraba desde lejos, esa primera vez que la vi fue como revivir todos mis sueños de alguien especial de una mujer que sus imperfecciones la hacían ser perfecta. Un día sin pensarlo me acerqué y decidí a saludarla y a la vez invitarla a cenar, sería algo especial una noche inolvidable. Ella aceptó la invitación, cuando llegó la hora, la pasé a buscar nos fuimos al restaurante y en una mesa en privado, comenzamos a comer y a conversar, el vino fue ayudando a romper el hielo y el dialogo fue avanzando, entre risas y bromas comencé a confésarle lo que estaba sintiendo por ella, sin llegar mas lejos en la conversación nos fuimos del restaurante y la llevé a su casa, ya en su hogar nos sentamos un rato en el sofá, seguimos conversando y volví a hablarle de sentimientos, poco a poco fuimos acercando nuestras caras y cuando estaba a pronto a besarla, ella se me quedó mirando fijamente, también miró mi boca; yo imaginando lo mejor, un beso, ese gran beso que siempre soñé le podría dar, seguía pensando en ese bello momento hasta que en eso ella explota en risas,unas fuertes carcajadas y muy contagiosas, así estuvimos unos minutos. Pensaba que había hecho mal, donde cometí el error; en eso ella me abraza muy tiernamente me da un beso con mucho cariño en la frente y me dice, como si hubiera estado leyendo lo que pensaba. Quédate tranquilo no hay nada malo, también me gustas mucho y quiero seguir conociéndote, solo que cuando te miré la boca me di cuenta que tienes un diente verde y es por la verdura de la cena que se te quedó atrapada en él, chao nos vemos mañana.
- Autor: Pato_iqq ( Offline)
- Publicado: 27 de mayo de 2017 a las 08:53
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 27
- Usuarios favoritos de este poema: Valeria Castro
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