AMOR CONSCIENTE Ámame cuando esté vivo y despierto, allégame tu alimento: tu cuerpo perfumado y el calor de tu aliento. Abrígame en las noches frías de invierno; préstame tus gráciles y tiernos cuidados. Arrúllame en tu regazo, quiero hacerlo mi refugio, en los momentos en que esté angustiado, porque la tarde se haya ido y me sienta en soledad o desesperado. Necesito tus suaves manos para que se deslicen por mi cara, que me enjuguen mis lágrimas, nacientes todas las veces de la sinceridad de mi alma. Quiero que me acompañes a diario a recorrer las olorosas campiñas que dan los generosos frutos, imprescindibles para la vida; nos tenderemos en sus mullidas hierbas a contemplar la naturaleza florecida. Apriétame la mano cuando caminemos por los innumerables senderos en que nuestros pasos transitarán por ellos. Necesito en ese momento sentir la tibieza abrigada de tu palma nacarada. Ámame sólo cuando esté vivo y despierto. No quiero que me ames cuando duerma. ¿Para qué gastas energías si no te siento? No quiero que me ames cuando muerto. ¿Para qué gastas tus fuerzas si no te siento? Ámame grávidamente desde que nazca sobre la faz de la tierra el alba y hasta que la luna me refleje en la cara. Ámame plenamente en mis años de mocedad en mi período maduro y en mis últimos años. Ámame sólo cuando esté vivo y despierto, no quiero que me ames cuando duermo, ni menos cuando esté muerto. ¿Para qué quiero tus besos sino te siento?

Edmundo Onofre

 

AMOR CONSCIENTE

Ámame cuando esté vivo y despierto,

allégame tu alimento:

tu cuerpo perfumado

y el calor de tu aliento.

Abrígame en las noches frías de invierno;

préstame tus gráciles y tiernos cuidados.

Arrúllame en tu regazo,

quiero hacerlo mi refugio,

en los momentos en que esté angustiado,

porque la tarde se haya ido

y me sienta en soledad o desesperado.

Necesito tus suaves manos

para que se deslicen por mi cara,

que me enjuguen mis lágrimas,

nacientes todas las veces

de la sinceridad de mi alma.

Quiero que me acompañes a diario

a recorrer las olorosas campiñas

que dan los generosos frutos,

imprescindibles para la vida;

nos tenderemos en sus mullidas hierbas

a contemplar la naturaleza florecida.

Apriétame la mano cuando caminemos

por los innumerables senderos

en que nuestros pasos transitarán por ellos.

Necesito en ese momento

sentir la tibieza abrigada

de tu palma nacarada.

Ámame sólo cuando esté vivo y despierto.

No quiero que me ames cuando duerma.

¿Para qué gastas energías si no te siento?

No quiero que me ames cuando muerto.

¿Para qué gastas tus fuerzas si no te siento?

Ámame grávidamente desde que nazca

sobre la faz de la tierra el alba

y hasta que la luna me refleje en la cara.

Ámame plenamente en mis años de

mocedad

en mi período maduro y en mis últimos años.

Ámame sólo cuando esté vivo y despierto,

no quiero que me ames cuando duermo,

ni menos cuando esté muerto.

¿Para qué quiero tus besos

sino te siento?

  • Autor: Edmundo Onofre (Offline Offline)
  • Publicado: 27 de mayo de 2017 a las 17:04
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 115
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