Monólogo subliminal

yoel alejandro

Ya no amanece,

no amanezco saboreando

los terribles labios del verso.

Ahora mis días pescan desdichados

algún sol en la noche ciega.

El hambre se ha hecho crónica,

mi corazon es del tamaño del metal y

zigzaguea entre las manos de un callado reloj.

¿En qué mar?¿En cuál boca se 

habrán posado mis versos?

Los últimos aliados de mis manos,

la sangre que impulsaba mi sangre hacia mis miembros.

¿Cómo encontrarlos en la muchedumbre vacía

si marcha sola con sus múltiples ojos

clavados en el suelo?

¿Habrá esperanza para este poeta y sus versos inconversos?

Aún alcanza la noche

para decapitar la copa repleta de pisco.

Yace mi cuerpo a oscuras

de espaldas a la luz del día

manoseando la última gota de luz

en la huella que me heredó 

aquel primigenio verso cantado a un amor borracho.

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