Qué triste día amanece,
qué despertar tan horrible
y doloroso;
aquel que ya no adolece,
por ese mal tan temible,
que en reposo;
a eterno descanso vaya,
y no fugaz como ha sido,
su esperanza;
la vida su voz acalla,
paró el Hado su latido,
tan a ultranza.
- Autor: Don Juriaco (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de mayo de 2017 a las 21:36
- Comentario del autor sobre el poema: Siguiendo las coplas de pie quebrado de mi adorado Manrique y dándose la similitud en la dedicatoria por la muerte de un familiar, el 15 de mayo de 2011 compuse esta breve poesía que quería resumir en pocas palabras la situación que había vivido al enterarme de la repentina muerte de mi tío José (familiarmente conocido como el "tito Pepe"). Quince días antes de aquella fatídica fecha, mi tío había acudido al médico por una extraña afonía en la garganta que ya le parecía duraba muchos días. Allí le diagnosticaron un cáncer de garganta e ingresó en el hospital para su tratamiento. Y aunque en las primeras visitas le vimos lúcido y preparado para afrontar esa lucha, a los pocos días los médicos lo sentenciaron: "no se puede hacer nada más". Se cumplía en él ese dicho popular de que el remedio es peor que la enfermedad y su cuerpo no aguantaba tanta invasión. Así fue como tras quince días se fue. Con una imagen que nada tenía que ver con aquella con la que había ingresado dos semanas atrás por una rara afonía. Doce versos que quieren recoger en tan poco espacio, aquella experiencia. Aquella noticia repentina. Aquella esperanza fugaz. Aquella sentencia firme.
- Categoría: Familia
- Lecturas: 79
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