Llueve, ahora ya despacio, hace poco
se desprendía el cielo con la ira
de los ocultos astros.
El cielo
desprendido a retazos.
Ahora que estoy irremediablemente mojado
tan mojado
tan calado
que ni me importa el horario,
me pongo a pensar en lo que significa quedarse así
sin paraguas
sobre un charco,
a mucha distancia de la casa o del trabajo
de un techo que te reserve una cálida sombra
del invernal espanto.
La lluvia lo recuerdo, era lo peor que te podía pasar
pero
¿Desde cuando?
Yo recuerdo cuando era niño
y esperaba ansioso el invierno
pues cuando se es mas pequeño
no se teme
de la lluvia
tal espanto.
¿Qué pasó? Crecí
y no se disiparon los miedos
¡al contrario!
Que paso cuando de niño no importaba
que las tétricas luces del cielo
acosaran mis infantiles palabras
sin horario.
¿Qué pasó?
Me pregunto mientras me sigo empapando.
Crecí, se asomaron las arrugas
me hice un ser con inconfesables espantos.
Ahora llueve y me pregunto
¿Se podrá avanzar hacia otro lado?
Hacia atrás, hacia la lluvia
sin importar lo que digan los del invierno
ocultados.
Quiero volver a oír la confesión de las paredes
y que los gatos
me den su inconfesable sonrisa tras sus peludos pliegues.
Yo lo que quiero es volver tras mis adultos pasos
como si el mundo volviera su rumbo
ante los infantiles cantos.
Inocencia en vez del destino,
volver a jugar
bajo los pliegues de una sonrisa inocente.
¡Que suerte que haya olvidado mi paraguas
y que la lluvia haya deshecho
a este adulto amargado!
Poeta y escritor: Edmundo Vélez Alcívar
Derechos reservados del autor.
- Autor: Marqués de Boulière (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 31 de mayo de 2017 a las 19:30
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 178
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.