Poesía confesional que desnuda al autor,
distinguiendo ilusión de desilusión y de aullido.
No importa el balbuceo peor es quedar desangelado,
frotando heridas tibias tras la autoconfesión.
El perfeccionismo obnubila y consume al escritor,
quien no quiere ser un modelo de idealización.
Trasmutar trivialidad por ardides textuales,
es el oficio del poeta cuando pretende seducir.
No favorece ser un sensible epicúreo confidente
si no se posee una percepción emocional amortiguada.
De narcisistas está repleto el orbe intelectual;
el universo de palabras es la complacencia escrita.
Si destapa su cabeza el artista perforando lóbulos,
se verá que su obra es más que transpiración acre.
Escribir debería ser un salto apasionado al vacío,
al aterrizar el escriba se hallaría solazando en su Arcadia.
Los lectores exacerbados exigen más confidencialidad;
serán satisfechos o lo último es dar el corazón arrancado.
- Autor: guillenes2 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 2 de junio de 2017 a las 16:30
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 89
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