Al filo de la carretera,
aires de campiña,
parcelas definidas
esparcidas por el valle
y recostadas en las faldas
de otrora, montañas azules,
ahora, cerros pelones,
gastados y moribundos.
Gráciles se mecen al viento
las flores de caña
ajenas al inminente destino.
Los cabezales se mueven lento
sobre la carretera,
arrastrando sus largos vagones
atestados de la dulce caña.
El denso humo
escapando de las narices
del ingenio azucarero,
es la esperanza del jornalero.
Más allá, adentrándose en el pueblo,
las calles adoquinadas
se tapizan con todo tipo de utensilios,
necesarios o no.
Descansando en las aceras
incontables pares de botas,
pantalones sucios y raídos
y rostros negros.
El cansancio dibujado
en los ojos semicerrados
de los "tilosos",
aguantando apenas
la hora para olvidar,
en un octavo o muchos,
la afanosa tarea de la zafra.
Música estridente
anunciando billares y cantinas
y el zumbido de las mototaxis
transportando mujeres y críos
con bolsas y atados
conteniendo el pan nuestro de cada día.
Las virutas de hollín,
vuelan a su antojo
y se mezclan con las flores marchitas
y las semillas aladas de los macuelizos,
convirtiendo en un rito, casi espiritual,
el barrido diario de las calles
y cada rincón al descubierto
de la vieja casona.
- Autor: Desiderata (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de junio de 2017 a las 23:41
- Comentario del autor sobre el poema: Los pueblos pequeños tienen un encanto especial que puede ser visto con ojos semicerrados y así se puede percibir realidad y fantasía al mismo tiempo. Mi terruño cual Macondo latinoamericano está plagado de imágenes que pueden escribirse. Muchas veces la realidad supera al idilio y la compleja simplicidad de los eventos cotidianos hace que ese encanto pase desapercibido. Villa de San Francisco se llama este puntito geográfico en este planeta y desde aquí les envío esta postal.
- Categoría: Carta
- Lecturas: 147
- Usuarios favoritos de este poema: Pensamiento.
Comentarios1
Tu villa de San Francisco, tu lo has descripto fielmente, es una idilca postal campestre, bello poema transformado en postal, por el caudal de tu amor, mi querida Cotita.-
Muchas gracias, Ana. Aprecio tus palabras.
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