DE PRONTO, UN DÍA, DE UN MISERABLE APRENDÍ...
De pronto, un día entendí cómo de un miserable se puede aprender tanto;
que de sus actos, que hubieron provocado tantas angustias y espantos,
hayamos asimilado enseñanzas que nos acompañan como valiosas experiencias
para definir nuestros destinos -quizás de éxitos o fracasos- en cercanas vivencias.
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Y de pronto, aprendí que de un miserable se puede comprender cómo ser valiente,
descubriendo que ser cobarde solo es una demora, tal como pasar de estar frío a caliente,
porque el cobarde se convence que no se merece al miserable, más, calladamente, lo soporta,
hasta el momento en que despierta al valor, abriendo fuego a su temor, porque él ya no le importa.
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Y ahí, casi de pronto, se cambian todas las cosas...
la vida tiene otro tenor, las posibilidades son más sabrosas;
la independencia tiene valor, la creatividad se engalana con múltiples colores,
la libertad florece como las rosas y las emociones despiertan como exquisitos sabores.
***
Así me doy cuenta, de pronto, que el Miserable, al final, me tendió su mano...
me ayudó a descubrir mi Vida, casi como en compañía de un hermano...
si no hubiera sido por él, yo continuaría "vegetando", a su lado,
en la maldita prisión en que yo vivía, "enjaulado".
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Eduardo Faucheux
10-06-2017
- Autor: Eduardo Faucheux (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de junio de 2017 a las 02:04
- Comentario del autor sobre el poema: A veces uno tiene la bendición de aprender a mirar atrás y descubrir que estaba transitando un sendero equivocado. De pronto, despierta del letargo y cambia el rumbo en un solo salto a lo desconocido. Y, así, empieza su verdadera vida. ¡Ojalá todos lo logren!
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 109
Comentarios1
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