Sigue la muerte andando cerca de este último trago,
los sabios retumban las paredes de mi cabeza,
sombras inundan la sed del alma que llora,
trozos del viento ventilan mi fuego negro.
El misterio de la mirada del universo
sacia la sed de la vida que se acaba,
huele a suicidio en la aurora,
los cuchillos se afilan junto a la soga,
se dispone la muerte a llevar mi aura.
Diluye el tiempo en su clepsidra,
los límites del destino se cruzan
en la provocación del último anhelo.
Caen las gotas del trago en el ánfora del alma,
las vidas que han pasado cerca de ella
vuelcan los regazos del pecado y sus juicios.
Se derrite la porción final del amor
en el abismo donde se cultivan mis demonios,
las rosas sangran un mar que ahogan la esperanza,
un arrebol se pinta en las nubes del alba interior.
Parsimonia se esfuma en el diluvio de la vida,
cada vez más cerca la muerte se apodera de la mía,
no hay rescate en esta epifanía marchita.
Así tranquila la muerte roba mi última caricia.
La agonía de la vida se evapora en la lágrima final.
El canto de un ángel acompaña el resto de mi paz.
Es la muerte sin más.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.