Somos Dios, somos Diablo.

Estaba mirando el infierno en un parque desgastado en Berlín, Shandong, Gardaya o quién sabe...
El mocoso con menos de 3 años de edad, cortaba el aire con gritos desgarradores, aferrado a los barrotes con sus piernas entrelazadas.
La vieja desgreñada, frunciendo, deposita frustraciones empuñadas en la jeta del crío.
La sangre salpicada en su camisa se transforma en tangara escarlata en su pecho.
El sublimado carmesí de su camisón es un pajaro rojo que le desgarra su corazón.
Como burro necio nace el niño que siempre sigue intentado, la madre con gritos y puntapíes le sigue enderezando.
El niño ha desechado aquella sangrienta camiseta pequeña.
¿Dónde está el niño?
De militar uniformado le llaman Stalin, con pentagramas trazados le llaman Beethoven.
Fue Mao de china y Caligula en roma.
Fue Leonardo Da Vinci y Vincent van Gogh.
"Esta mañana he saboreado el café, tiene gusto distinto"

Hojeando el periódico, las páginas de sucesos en todos los continentes informan sobre los niños asesinos del mundo.
Ahora, me atormenta está agonía distópica.
Dictadores, asesinos, violadores, drogadictos, músicos nocturnos, depresivos.
Suicidas, terroristas, resentidos.
Locos, delincuentes, prostitutas, indigentes...
Y... En especial la manada de atroces adultos normales...
Sus caras fúnebres se han dispersado en un océano de infantes sangrantes.
Y yo... Aquí está, la observo, una pequeña muy triste parecida a mí madre.
"Te perdono" le digo y la criatura me mira, rebuscando en mi pecho, la amamanto en silencio.
Somos padres
Como Dios
Como el Diablo
Mira sus ojos cuando lo estés creando...
El también es un Dios
El también es un Diablo
Mira sus ojos cuando lo estés creando...

Seguro no me has entendido... Te juro, por momentos tampoco lo entiendo.