LO COTIDIANO

 

Caminar sobre musgos y adoquines
esperar un tren en una estación cualquiera bajo la lluvia que acaricia los rieles en el solitario rocío de la noche

Respirar el aire frío de una urbe que duerme, acumular el tiempo con horas muertas que no vuelven, que tatuan sus huellas en la piel y se pierden en el laberinto del tiempo

Lo cotidiano…

El verdor del campo donde los cerezos
sacuden sus frutos con el nocturnal viento

Estrellas fugaces que viajan en busca del infinito con la apacible complicidad de los anaranjados tonos del alba

El andar lento de un caminante descalzo
con sus manos crispadas, lejos de las tormentas, cerca del mar, en la quietud del tiempo

El caminar apresurado de la gente,
calles vacías, un gato en el tejado que observa la noche, una ventana abierta
unas sabanas desnudas, un teatro vacío,
una historia por contar, una ciudad prohibida

Lo cotidiano…

De amores irreverentes que aparean su éxtasis bajo la luna llena, regando sus mieles de amapolas en el éter

La fatiga de tanta luz en el suspiro del poniente, la brisa hereje que ciega la calma

Un amor que resucita
otro que perdona...
uno que muere

La agonía de un perro que arraigado a su dueño parte tranquilo en busca del umbral en la madrugada

Un soñador que rasga en su guitarra tonadas de otoño, en su Hostal de invierno, bebiendo el vino tinto de la tarde, vaciando sus despensas
ocultando sus tristezas al recordar un viejo amor que atrás dejó su pueblo y partió hacia el mar como una gaviota herida

Una mujer que acumula noches
en esperas infinitas de historias frecuentes

Lo cotidiano…

Los vicios
la gente
el parque
los niños
los enamorados
las historias
los momentos

El bosque que ahoga en su soledad
a un viejo borracho y su cansancio a cuesta

Palomas que parten buscando una nueva alianza...

La silueta que transpira, el color de las sombras, una tarde de abril, dos que se aman... una herida abierta.

Franky De Varona
Derechos Reservados junio 2013