(Digamos, fuimos
Puros de infancia
Niños de trigo)
Una semilla puesta sin cuidado, en el valle oscuro
De tersas piernas o en la orilla de pozos sacros
Donde la luna sangrante entrega cada treinta
Soles a la hecatombe del vacío, un respiro
O una nueva estrella aun no preparada
Para comprender asunciones
Ahí en vilo destella
Un cielo o paraíso, un jardín sin sellos
Aquella criatura pura, comprensiva del amor
Innato más no de las razones y secuencias que acontecen
Fuera, de ese útero, fuera en esa gran bolsa-mundo
Cercana a la tibieza de la prole y alejada a la inclinación
Creencia del daño, así esperarás que te hubiéramos
esperado con el único deseo de esperanzas
nuevas, buenas, confines de multitudinarios
sueños que se anudan por un cordón el vientre.
II
Y si vigilaron el crecimiento del tallo a punta de hoz y coses
fueron temores irracionales de guardianes, fueron creencias
compartidas siguiendo profecías a su antojo, abollados-hombres
por instituciones de culpa y divinidad que castiga, Olvidando
la estancia de la que provinieron, olvidando aquel olvido supremo
aquella calma en toda ausencia, anterior a la mentira, aquel bien
aun no del todo consumido que se prepara a ser ceniza
Querubines, veo enredados tras las piernas, era un juego
Y entre brazos de altos sauces temerosos, protegidos
Continua el juego impuesto por el viento carmesí
De aquella fluir liviano, Luego, el día
en el que nuestro bautismo confirmó el delito, de haber
venido al mundo con el peso de un pecado que todos y nadie
hubo cometido. ¿Qué inesperado fue aquello, no?
III
El pretender conocer lo que no debe ser conocido
La rebeldía libertaria siendo germen del raciocinio
El reclamar ser la definición de todas las medidas
En la destrucción y reconstrucción de artes y ciencias
Desplomadas y la conquista de una libertad para sí, siendo
Un todo orgánico, de aquí en adelante, estamos pagando el precio
de haber asesinado a los altos dioses, te encargo yo
la culpa, goteando a cuotas, a mensualidades de sueldos
por vivir o recrear o hacer usos de la herramienta
aquello que nos rastrea hasta el motivo de crear
técnicas irresponsibilidades y construir por la salvaje base
del placer que busca repetirse constantemente hasta ceder
el vacío, desplomado frente al rostros de la historia
No de la pérdida del sentido en la existencia sino
del abandono de la nueva búsqueda.
IV
Yo; Estoy pagando un intrusivo precio de pertenecer
a la estirpe maldita, en la fatiga del pensamiento, insomnio
desplomado sobre monomanías desfasadas de un ciclo
ya cumplido en otras vidas, del ser en la cobardía y el repliegue
de un animal en sus terrenos, de ser la nueva piel
de esta triste ciudad sombría, y ver arder los sueños
en el horno de los días, ver el fuego transgredido, ya no sagrado
ya no la pira de la historia que se proyecta en un futuro
ahora solo cenizas disueltas en los ríos
Es el costo del ambicioso proyecto divino
Regar de sangre el desencuentro.
- Autor: Santiago Miranda ( Offline)
- Publicado: 20 de junio de 2017 a las 20:53
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 92
- Usuarios favoritos de este poema: Ulis3s, Silvestr
Comentarios1
Gran discurso literario, tienes un excelente manejo del idioma
gracias estimado, me alegro que le haya gustado, saludos.
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